El diácono Roberto Vidal Failde es el responsable de Ecología Integral, que, en la Diócesis de Bilbao, se integra en la Delegación de Caridad y Justicia. Y es que, como recalca, la custodia de la creación late a pleno pulmón en la Doctrina Social de la Iglesia.
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PREGUNTA.- ¿Cómo valora que, con la misa ‘pro custodia creationis’, se plasme la apuesta integral de la Iglesia por la armonía con el medioambiente y por la justicia climática, encarnada al fin en la Eucaristía?
RESPUESTA.- Es una buenísima noticia, pues hace visible que el cuidado de la tierra y el cuidado de los pobres (es decir, la ecología integral) no es una moda ni algo tangencial, sino algo nuclear en nuestra fe en Jesucristo. La liturgia en general, y la Eucaristía en concreto, no solo son expresión de nuestra fe, sino que la alimentan, la moldean… ‘Lex orandi, lex credendi, lex vivendi’: lo que oramos, creemos; lo que creemos, vivimos. Colocar en el centro de nuestra liturgia la llamada a la conversión ecológica es crítico para que toda la Iglesia se sitúe en las claves del paradigma de la ecología integral.
Le ha configurado
P.- ¿Cómo ha configurado esta vivencia su propia vocación?
R.- Francisco colocó esta cuestión en la agenda de la Iglesia, y efectivamente nos toca llevarla a nuestra vida creyente, tanto personal como comunitaria. El Evangelio nos urge a revisar nuestro modo de estar en el mundo; nos apremia a colocarnos críticamente ante el concepto de progreso neoliberal que se manifiesta en modos de producción y consumo que dañan de modo irreparable la creación y empobrecen a la gran mayoría de la humanidad.
Todos hemos de revisar nuestra vocación primera: custodiar los bienes naturales, las criaturas y a nuestros hermanos más pobres. Ello debemos plasmarlo en pequeños o grandes gestos que ayuden a visibilizar la urgencia de habitar esta tierra de un modo más respetuoso y más justo.
Mi vocación diaconal se va empapando de esa espiritualidad ecológica: en mi modo de orar, en los subrayados que hago en una homilía, en lo que priorizo, dinamizo y apoyo pastoralmente… No es fácil, porque a veces nuestro entorno eclesial puede llegar a ver algunos gestos incluso como disruptivos. Ocurre porque no hemos sido ajenos al modo imperante de pensar y hacer, más propio del mundo capitalista. Así, plantearse hacer menos cosas, vivir más despacio, prescindir de procesos de optimización y digitalización que se dan por buenos mayoritariamente, se interpreta como algo excesivamente desalineado. Y claro que lo es: desalineado con el sistema en el que vivimos, pero mucho más alineado con el Evangelio.
P.- ¿Cómo animaría a un cristiano crítico a participar en una misa ‘pro custodia creationis’?
R.- Le animaría a abrir su corazón al Dios que nos ha regalado la vida y la casa común, a rezar con los textos bíblicos que se nos propondrán para esa Eucaristía, a dejarse emocionar, a permitir que el Espíritu Santo actúe en su interior. Así podrá descubrir esa potentísima intuición de Pablo, con la imagen de los “dolores de parto”, que Francisco nos ha recordado: ¡no nos salvamos solos!
No se nos habla de un sufrimiento estéril, sino de una esperanza activa, un proceso hacia el nacimiento de una nueva creación, hacia un nuevo modo de habitar esta tierra que un día Dios mismo, en Jesucristo, llevará a la plenitud.