La primera mujer laica que fue designada canciller para la Arquidiócesis Primada de México es la maestra María Magdalena Ibarrola y Suárez, quien asegura que es necesario que las mujeres: “descubran la riqueza de nuestro ser femeninas en nuestro papel dentro de la Iglesia”.
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En entrevista para Vida Nueva, la maestra María Magdalena exhortó a “no buscar competir, sino ser complemento y servir; traten de formarse mejor en todos los aspectos: doctrinal, religioso, profesional, humano y apostólico”.
Fue el 2 de julio cuando el arzobispo primado de México, el cardenal Carlos Aguiar Retes, hizo el anuncio del nombramiento de la maestra -que sustituirá en el cargo al padre Alan Tellez- y quien durante seis años tuvo la responsabilidad de ser vicecanciller de esa Iglesia particular.
Consciencia de una mayor responsabilidad
PREGUNTA.- ¿Qué representa para usted el nombramiento de Canciller?
RESPUESTA.- Representa, primero, agradecimiento a Dios por su ayuda para sacar adelante el trabajo de la Cancillería en estos seis años como vicecanciller. Y seguir contando con su gracia para continuar adelante, con fidelidad, en el camino que me ha puesto.
Después, agradecimiento a Su Eminencia, don Carlos y a los obispos por su confianza y apoyo. Y agradecimiento al actual canciller, padre Alan Téllez Aguilar, por su confianza desde el primer momento, por su apoyo y paciencia para enseñarme el Derecho Canónico para servir mejor a la Iglesia y entender cómo debía realizar mi trabajo.
Y junto al agradecimiento la consciencia de una mayor responsabilidad y exigencia del proseguir trabajando como solicita el arzobispo, obispos, vicarios episcopales, presbiterio y fieles, no sólo de esta arquidiócesis sino a todas las diócesis que nos piden alguna consulta y apoyo.
El trato con Dios da sentido a cualquier trabajo
P.- ¿Qué desafío ve en su nuevo servicio a la Iglesia?
R.- Primero, un desafío conmigo misma para perseverar en la preparación profesional y desarrollar con eficacia el trabajo de la Cancillería, a la vez necesidad de la humildad para reconocer fallos o mejorar lo que sea necesario.
Segundo, mantener el cuidado de mi vida espiritual, de trato con Dios para no perder el norte, es decir para trabajar con la consciencia clara que, realizo un servicio a la Iglesia, que lo que hago tiene trascendencia y redunda en bien de los fieles. Ese trato con Dios es lo que da sentido a cualquier trabajo. Por consiguiente, pienso que marca la razón de ser de la labor de la Cancillería: verlo a Él detrás de cada papel, de cada persona, si no, el trabajo se vuelve burocrático.
Tercero, consolidar el equipo que ahora deja el padre Alan, para seguir dando el servicio como hasta ahora o mejor a la Arquidiócesis y a la misma Curia, ya que la Cancillería se relaciona con distintas vicarías funcionales y comisiones. El padre Alan me ha enseñado a trabajar en la Cancillería, comprendiendo cuál es la misión de ésta y cómo dar el servicio. El listón está alto, pero sé que con el apoyo de los obispos, vicarios episcopales, el equipo y las distintas vicarías funcionales y comisiones de la Curia, todos en la misma ‘barca’, seguiremos remando en la dirección que nos marca el Espíritu Santo, en el día a día del trabajo, con el favor de Dios de la mano de la Virgen.
El reto de la Arquidiócesis de México: motivar a los laicos
P.- Desde su punto de vista observa una mayor apertura para las mujeres laicas en la Arquidiócesis Primada de México? ¿por qué?
R.- Yo no lo veo exclusivamente como apertura a la mujer laica porque mujeres y hombres nos complementamos, no pienso que haya que competir con los hombres, cada uno tenemos cualidades que, unidas y coordinadas, facilitan la eficacia en cualquier labor.
Veo la apertura al laico, como una necesidad que la Iglesia tiene de los laicos, de hacernos parte de cualquier servicio de la Iglesia, en el campo administrativo, pastoral de la evangelización y del gobierno. Los pastores van descubriendo que solos no pueden, necesitan a los laicos para sacar adelante la misión de la Iglesia. Especialmente ahora que hay menos vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada, los laicos hemos de echar mano en los oficios que no requieren el orden sagrado.
Desde el Concilio Vaticano II, la Iglesia impulsó la participación y la formación del laico en la misión de la Iglesia: la Iglesia somos todos los bautizados, todos recibimos el llamado de Dios a ser hijos suyos y colaborar en la evangelización. Cada uno en su sitio, dentro de ese mar sin orillas que es el mundo, hemos de descubrir la función que Dios quiere que desempeñemos.
Además, lo veo como un volver a los comienzos de la Iglesia, de los primeros cristianos, que iniciaron siendo laicos. En todos los ambientes de la sociedad daban testimonio, cada uno con sus cualidades puestas al servicio de la Iglesia.
Los fieles de la Iglesia: sacerdotes, religiosos y laicos tenemos el reto de formarnos en todos los aspectos -profesional, doctrinal, apostólico, espiritual y humano-.
Por eso me parece que más que apertura de la Arquidiócesis Primada de México con los laicos, el reto de la arquidiócesis es motivar a los laicos -mujeres y hombres- a formarse, a prepararse mejor para hacer frente al ambiente, sin mundanizarnos o dejarnos llevar por ideologías: cristianos bien formados que den respuesta a los interrogantes y fundamente su actuación y discursos.
“Los laicos hemos de evitar el clericalismo”
P.- ¿Qué opinión le merece el Santo Padre a un mes y medio de su elección como Papa?
R.- Que es el Espíritu Santo quien actúa en la elección de cada Romano Pontífice, Él suscita al Papa que necesitamos en cada época. Él decide quién es el Sucesor de Pedro y como que respeta el estilo personal y humano del Sucesor.
El papa León XIV, como lo dijo en algún momento, está aprendiendo a ser Papa, hemos de rezar por él para que sea dócil a las inspiraciones del Espíritu Santo y fuerte en cada decisión. Es un Papa que ha sido pastor de una diócesis y superior de una orden religiosa de gran tradición en la Iglesia, ha sido fiel a ella y ha sido cercano a su pueblo, lo conoce e irá conduciendo la Barca de la Iglesia, adelante, siempre fiel al Evangelio. Cada uno nos tenemos que dejar conducir por el Papa para que en la Iglesia haya unidad y comunión.
P.- ¿En que radica la importancia de los laicos en la Iglesia?
R.- Que los fieles laicos comprendamos que somos parte de una maquinaria, por decirlo así, que camina, que funciona; si cada engranaje no se sale de su sitio, cada engranaje es como un eslabón, tiene su lugar concreto, si se mueve, la maquinaria deja de funcionar, deja de realizar su función específica.
Los laicos hemos de evitar el clericalismo, que no sólo viene de los sacerdotes, de igual manera, los laicos fomentamos el clericalismo cuando dejamos toda la responsabilidad de la Iglesia en el sacerdote y no echamos la mano para cargar también con la Iglesia y sacarla adelante con una vida de fe activa, practicante, frecuentando los sacramentos, y buscando estar mejor preparados y formados. Es decir, si la Iglesia está bien es porque todos los fieles estamos bien, si la Iglesia está mal o da mal ejemplo, no sólo es responsabilidad de los sacerdotes sino de los laicos, de cada fiel bautizado que no hemos sabido dar ejemplo y testimonio de Cristo.
Que conozcan bien qué es la Iglesia y entendiendo su riqueza, su variedad de miembros (clérigos, religiosos, laicos, casados, solteros, de todos los niveles, jóvenes adultos, infantes) y conociéndose bien, uno misma, saber cómo pueden aportar sus cualidades en las distintas necesidades de la Iglesia, sea de gobierno, administrativo, pastoral, caritativo, digamos que sería entender qué necesita la Iglesia y yo para qué soy buena y, así, cómo colaborar en un oficio en la Curia o desde la parroquia y en todos los campos donde los cristianos actuamos (familiar, profesional, social, cívico).