Los obispos de Ecuador han finalizado su 157.ª Asamblea Plenaria, donde hablaron sobre la sinodalidad y la realidad del país.
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En este último punto, han centrado su mensaje final. Los prelados ven con mucha preocupación la creciente violencia que se apodera de todos los espacios, sumado a los problemas sociales y ecológicos.
De allí que han invitado a los ecuatorianos, valiéndose en su arraigada fe, a buscar caminos de transformación y esperanza, “tenemos que volver al Evangelio, a la persona de Jesús, a hacer nuestros sus valores y actitudes”.
Frente a la violencia fratricida que hiere y mata, “no podemos acostumbrarnos a las cifras y estadísticas. ¡Es necesario conmovernos y movilizarnos!”.
El valor de la coherencia
“En Cristo encontramos nuestro refugio”, indicaron. Por lo que recomiendan seguir anunciando “con más fuerza” a Jesucristo como “único Señor y salvador”.
Por supuesto, ello debe expresarse en gestos concretos, acompañamiento empático, escucha activa y presencia misericordiosa en “todos los rincones de nuestro país”. Solo seria posible mediante “la creatividad y el entusiasmo de sabernos y sentirnos amados y salvados por Jesucristo”.
No basta con endurecer penas y castigos, para los prelados hay que “ablandar los corazones” entrando en el “corazón herido de Cristo”, porque “Él nuestro refugio y fortaleza redescubriendo los valores que transforman el mundo: la coherencia, la paz y la esperanza”.
Sobre todo se detuvieron en la coherencia, puesto que “nuestra credibilidad como cristianos depende entre lo que decimos y vivimos, que nos compromete a no separar la fe de la historia, la liturgia del compromiso, la doctrina del servicio, las palabras de las obras”.
Vencer la indiferencia
Los obispos también han pedido “no dejarnos seducir por ideologías de moda o intereses del momento”; aquí prima poner lo mejor de cada uno en salvaguardar “la vida y la creación”.
Por ello, que las dramáticas situaciones tanto en el país como en el mundo deben llamar a la acción de todos los cristianos, “no ser indiferentes”.
Duele Ecuador como duelen Ucrania, Gaza, Israel, Myanmar, Congo, Haití. En estos países en guerra, quienes más sufren son los niños, las mujeres y los enfermos.
Es urgente – dicen los prelados – promover la “paz desarmada y desarmante” promovida por el papa León XIV, que “nos convoca y desafía al encuentro, al diálogo, a la reconciliación, en nuestras familias, comunidades y naciones”.