Javier López: hermano de la Salle a los 40

Javier López, ecónomo de La Salle en España

La vocación, a veces, no llega de golpe. Se construye con los años, a través de muchas preguntas, de muchas búsquedas, de muchos caminos recorridos y de muchos horizontes buscados. Casi dos décadas pasaron desde que Javier López Guerra, actual ecónomo del Distrito Arlep de La Salle, se hizo por primera vez el planteamiento de entrar en la vida consagrada hasta que, rozando los 40 años, finalmente dio el paso.



Mientras tanto: una ingeniería, un MBA internacional, un trabajo estable y muy bien remunerado… Pero ahora, desde su comunidad, en Madrid, dedicando su vida a aquella primera intuición que tuvo cuando era estudiante, lo tiene claro: no lo cambiaría por nada.

“Estaba en la Universidad de Oviedo, y en aquel momento, tenía como acompañante, se puede decir, a un sacerdote que se llamaba José Gabriel García”, explica a Vida Nueva. “Era el tío de un amigo mío y un cura muy especial para toda la pandilla de amigos. Salía con nosotros y, muchas veces, al regresar al colegio mayor, me quedaba hablando con él”.

En aquel sacerdote, López encontraba respuestas a sus preguntas desde “una religión viva y vivida, no una religión impuesta y dogmática, sino una religión y una fe muy cercana a lo que yo estaba viviendo y experimentando en aquel momento”.

Fue aquel sacerdote, hoy fallecido, a quien por primera vez le confesó que se estaba planteando dejar su carrera y entrar al seminario. “Y él me dijo textualmente: ‘Mira, guaje, déjate de tonterías, acaba tu carrera y si tienes vocación y fe, seguirá viva en ti. Así que cuando acabes tu carrera, ven a verme y hablamos’”, rememora López.

Sin embargo, poco después García sufrió un infarto fulminante y él se quedó “en ese limbo de los justos, sin un referente, sin un acompañante que me pudiera ayudar a contrastar mi fe y esa vocación que sentí siendo universitario”.

Javier López, ecónomo de La Salle en España

Javier López, ecónomo de La Salle en España

Un referente y testigo

Pasaron los años y fue a través de un religioso, Rafael Matas, visitador del distrito de Valencia de La Salle, con quien aquella chispa, que no se había apagado nunca, se convirtió en una llama. “En un momento dado empecé a trabajar para La Salle y ya en el contacto diario con los hermanos, en la sede del Distrito Central, volví a retomar esa parte vocacional, a vivir la experiencia de la misión”, señala.

Fue entonces cuando se decidió y escribió una carta dirigida al visitador. “Textualmente puse: ‘Por la presente solicito el ingreso en el Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas. Atentamente, Javier’. A lo que el visitador me respondió ‘A ver, que no quieres trabajar para El Corte Inglés. Cuéntanos un poco de ti’”.

Ahí fue cuando se puso delante de lo que había sido su proceso: “Mi vocación no ha sido ni una aparición ni una llamada, ni una visión. Ha sido un continuo contacto con la vida religiosa en el que poder contrastar mi vida con la vida de los religiosos y una experiencia de sentir, vivir y vibrar con lo que es la vida religiosa”.

Y es que, más allá de los planes de pastoral vocacional, para López la clave no debería estar en otra cosa que en mostrar lo que se es. Sin más. “Para mí el truco de la vocación en una congregación es precisamente ese, ser tú, ser modelo de lo que vives y que disfrutas y eres feliz haciendo lo que haces”, afirma.

“Por mucha teoría que te den, si no la vives, no la vas a entender. Y cuando la vives es cuando la compartes, la disfrutas y quieres compartir esa vivencia con los demás”, agrega. De hecho, es consciente de que si no hubiera entrado en contacto con los hermanos “probablemente ahora mismo no estaría aquí”.

“Ellos han sido los que me han transmitido esa alegría de la misión lasaliana, de compartir con los jóvenes, de la entrega a Dios, de las renuncias voluntarias porque quieres entregarte completamente a esa vivencia religiosa, a compartir la fe, a vivir en comunidad, a sentir que la comunidad es tu familia, es tu vida, es tu entorno. Si no lo ves, si no lo sientes, no lo compartes y no lo entiendes”, subraya.

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