“Le agradecería que se comprometieran con la neutralidad política y partidista y le reitero nuestra más firme voluntad de diálogo sobre los asuntos que tenemos pendientes y que abordaremos a lo largo de los dos años que quedan de esta legislatura”. Es la reacción del ministro de la Presidencia y responsable de las relaciones con la confesiones, Félix Bolaños, a la petición de elecciones anticipadas por la corrupción que acecha al PSOE lanzada en estos días por el presidente de los obispos, Luis Argüello, que ha sido reforzada esta mañana por el secretario general del Episcopado, César García Magán.
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Bolaños ha enviado hace unos minutos una carta a Arguello en la que muestra su “atención y sorpresa” por las palabras de García Magán en la rueda de prensa de hoy con motivo de la Comisión Permanente celebrada esta semana en Madrid. El fondo y las formas utilizadas por una de las personas clave del Gobierno de Pedro Sánchez son inéditas en la historia de la democracia, incluso en los momentos de mayor tensión existentes entre la Iglesia y la Moncloa durante la era Zapatero.
Con la oposición
“Vaya por delante, estimado presidente, el máximo respeto a sus preferencias políticas personales, así como a las del resto de los obispos españoles”, apunta el ministro, que hace hincapié en “transmitirle mi extrañeza por la afirmación de que esta petición la realizan al margen de intereses partidistas mientras reproducen de forma exacta las peticiones y argumentos de los dos principales partidos de la oposición”.
En su misiva, Bolaños pone en marcha el ventilador contra la Iglesia echando mano de las cuestiones más peliagudas que desde el punto de vista social y político mantiene abiertas: “Puedo entender también que la Conferencia Episcopal desee un cambio de Gobierno con el fin de que los debates sobre la reparación a las víctimas de abusos en el seno de la Iglesia o la tipificación como delito de las llamadas ‘terapias de conversión’ sean más fáciles de abordar para ustedes o no se aborden en absoluto”.
Respeto institucional
Con una carga de sarcasmo por delante, el ministro se dirige al arzobispo de Valladolid en estos términos: “Aunque hayan decidido apartarse de la neutralidad política y partidista e incluso del más elemental respeto institucional, el Gobierno seguirá abordando la relación entre Iglesia y Estado con pleno respeto, aunque, lógicamente, defendiendo nuestras posiciones y, sobre todo, el interés general y el de las personas más vulnerables, sobre todo en lo referente a las víctimas de abusos dentro de la Iglesia”.
El político socialista recuerda en su texto que “no es la primera vez en nuestra historia reciente en la que se produce una comunión espiritual y política entre la organización que preside y los partidos políticos de la derecha y la ultraderecha”. “Basta recordar el papel preponderante de algunos de sus predecesores, junto a estos partidos, en la organización de manifestaciones contra la aprobación de derechos como el matrimonio igualitario o la interrupción voluntaria del embarazo”, apostilla Bolaños.
El pasado popular
Entre los dardos que lanza uno de los hombres de confianza de Pedro Sánchez, hace referencia implícita al Partido Popular: “Esta comunión fue tan intensa que imagino que a la Conferencia Episcopal le resultó imposible pronunciarse de algún modo sobre los casos de corrupción que afectaron al partido junto al que se manifestaron”.
Es más, echa en cara al arzobispo de Valladolid que este mismo lunes participara “en un acto con el líder político de la ultraderecha española en el que ambos formularon idénticas críticas al Gobierno de España a la vez que coincidieron en promulgar una agenda que promueve la supresión de derechos de las mujeres, de los artistas o del colectivo LGTBI”. Se trataba de la presentación del nuevo libro de Miguel Ángel Quintana Paz, filósofo considerado por muchos el ideólogo de VOX en el que Argüello compartió escenario con Santiago Abascal.
Con cierta ironía, Bolaños se dirige al presidente de los obispos en otro punto de la carta así: “Quiero transmitirle un elemento de tranquilidad: en el caso sobre el que sí se han pronunciado se han asumido responsabilidades políticas desde el principio, se ha apartado a las personas sobre las que recaen graves indicios y estamos trabajando para evitar que se reproduzcan estos hechos en lugar de en intentar ocultarlos a la sociedad o a la Justicia”.