“Hoy me encuentro ante víctimas colaterales: desplazados, heridos, muertos. En ambos países hay numerosas víctimas civiles, tanto intencionales como involuntarias”. Desde una capital de Irán sometida a intensos bombardeos ha hablado con medios vaticanos el cardenal Dominique Joseph Mathieu, arzobispo de Teherán-Ispahán de los Latinos.
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Sin embargo, tras seis días de guerra, asegura que el distrito de la ciudad en el que él se encuentra parece haberse convertido en un remanso de paz: “La conexión a internet se restableció recientemente, brilla el sol, los pájaros cantan y la temperatura es agradable”. Pero, en realidad, es solo una apariencia, porque por la noche “los ataques aéreos están más activos que nunca”.
El cardenal Mathieu, franciscano conventual de origen belga, explica también que se trata de una guerra sin ejércitos enfrentados: “No existe una frontera común donde puedan entrar en contacto, por lo que todo se desarrolla en el espacio aéreo donde combaten misiles y drones”. Es, dice, “esencialmente un conflicto asimétrico donde se viola sistemáticamente el espacio aéreo de otras naciones”.
La situación de la comunidad local
En cuanto a la comunidad local, señala que algunos han permanecido parcialmente en las zonas afectadas, mientras que muchas otras personas se han trasladado a zonas más seguras del país. Además, por el momento. Algunas embajadas esperan hasta finales de esta semana antes de considerar la evacuación definitiva.
La preocupación del arzobispo de Teherán también se centra en la inutilidad de la guerra: “No es la solución”, dice. “Quizás sería mejor que las partes volvieran a la mesa de negociaciones; por eso nos comprometemos a orar intensamente”.
“En estos días he notado que muchas personas han expresado su cercanía. Gracias de corazón a todos”, señala. “Oramos por ustedes, oramos por nosotros, unidos en Cristo, que salvó al mundo derramando su sangre. Quisiera recordar la carta a los Efesios, donde se dice que Jesús hizo de los dos un solo pueblo, derribando el muro de separación que los dividía, es decir, la hostilidad entre nosotros”.