Floribert Bwana Chui, el beato de Sant’Egidio que supo decir “no” a “la suciedad de la corrupción”

  • Agente de aduanas, fue asesinado en 2007 en Goma tras no aceptar un soborno y negarse a que entraran desde Ruanda alimentos de mala calidad
  • Francisco, al aprobar en noviembre su subida a los altares, ya definió a este congoleño como “un mártir de la honestidad y de la integridad moral”
  • Este pasado domingo 15 de junio, la romana Basílica de San Pablo Extramuros acogió la ceremonia, que presidió el cardenal Marcello Semeraro

Floribert Bwana Chui, beato congoleño

Este pasado domingo 15 de junio, la romana Basílica de San Pablo Extramuros acogió la beatificación del joven laico congoleño Floribert Bwana Chui, un joven miembro de la Comunidad de Sant’Egidio que, el 7 de julio de 2007, fue secuestrado en Goma, la capital de Kivu del Norte, por personas no identificadas. Solo dos días más tarde, su cadáver fue encontrado. Fue asesinado con apenas 26 años.



Como explica ‘Vatican News’, todo ocurrió porque “Floribert, un joven comisario de la Oficina Congoleña de Control (OCC), el organismo nacional de control de aduanas y mercancías, era responsable de evaluar la conformidad de los productos que cruzaban la frontera oriental de la República Democrática del Congo”. Fiel a su función, “decidió no permitir la entrada a su país de alimentos procedentes de Ruanda que no hubieran obtenido las autorizaciones necesarias para su comercialización y consumo”.

Enriquecimiento ilícito

Así, quienes tenían intereses en ello no dudaron en ‘eliminar’ al obstáculo a su enriquecimiento ilícito… Por lo que “su negativa a ceder ante la corrupción le costó la vida”. Así lo reconocen “algunos testigos”, que alaban cómo “prefirió morir antes que dejar pasar alimentos que podrían haber envenenado a un gran número de personas”. Es decir, que dio la vida por otros y se convirtió en “mártir”. Hasta el punto de que el papa Francisco, el pasado 25 de noviembre, ya aprobó su beatificación y le definió como “un mártir de la honestidad y de la integridad moral”.

Celebrada ayer la beatificación, presidió la ceremonia el cardenal Marcello Semeraro, prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos, acudiendo también representantes de varios países de África y prelados congoleños, como el cardenal Fridolin Ambongo, arzobispo de Kinshasa, y Willy Ngumbi, obispo de Goma, diócesis de origen del beato.

Al leer la carta apostólica de León XIV en la que lo reconoce beato, Semeraro dio a conocer que su memoria se celebrará cada año el 8 de julio, “día de su nacimiento al cielo”, y que el Papa lo define como “laico, mártir, que considerando el amor al prójimo más precioso no solo que los bienes terrenales, sino también que su propia vida, dio testimonio heroico del Reino de justicia y paz inaugurado por el Señor Jesús”.

Resistencia al mal

Como detalla en su crónica ‘Vatican News’, el prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos ofreció una emotiva homilía en la que recalcó como Floribert tuvo que elegir “entre vivir para sí mismo y vivir para Cristo”. Y ahí no se quebró y opuso “resistencia al mal, hasta el final, hasta el derramamiento de sangre”.

Algo que es loable siempre, pero mucho más en un contexto que favorecía la corrupción. Y justo aquí citó al papa Francisco, que homenajeó a Floribert en su viaje a la República Democrática del Congo, en enero de 2023, cuando se encontró con varios jóvenes en Kinshasa y le puso de ejemplo: “Podía haber cedido, no lo habrían descubierto y además habría ganado dinero. Pero, como cristiano, rezó, pensó en los demás y eligió ser honesto, diciendo ‘no’ a la suciedad de la corrupción. Esto es mantener las manos limpias, mientras que las manos que trafican con dinero se manchan de sangre. Si alguien te ofrece un sobre, te promete favores y riquezas, no caigas en la trampa, no te dejes engañar, no te dejes engullir por el pantano del mal”.

Tumba de Floribert Bwana Chui

Tumba de Floribert Bwana Chui

Como abundó Semeraro, el joven congoleño demostró cómo, “en cada ocasión de la vida, Dios era su referencia”. Y es que “se abrió totalmente al amor que lo abrazaba, hasta el punto de dejarse moldear en lo más profundo y convertirlo en la brújula que orientaba sus decisiones”.

Volcado con los niños de la calle

El cardenal también destacó como esa la espiritualidad la marcó en buena parte su compromiso con la Comunidad de Sant’Egidio, de la que era su principal representante en Goma y en la descubrió que “hay más alegría en dar que en recibir”. Una vivencia fraterna y creyente que él encarnó en la Escuela de la Paz, desde la que acompañaba a niños de la calle, a los que siempre quiso ofrecer “esperanza y futuro”.

Y paz…, pues, precisamente, su región, Kivu, sufre hoy, como hace dos décadas, el desgarro de la violencia sin fin. De ahí que Semeraro recordara con énfasis el gran sueño de Floribert: “Reunir a los jóvenes de Goma en una familia que rechaza la guerra”. Un deseo que sigue vivo, pues “hacemos nuestra su aspiración de una República Democrática del Congo en paz, reunida en la misma mesa, como una familia”.

Un reto en el que sabe que se volcará, como siempre, la Comunidad de Sant’Egidio, a la que pidió que “continúe con libertad por el triple camino de la oración, los pobres y la paz”.

En cuanto a Floribert Bwana Chui, ayer también se sumó al homenaje el papa León XIV, que, en el ángelus dominical, apreció que “fue asesinado a los 26 años porque, como cristiano, se oponía a la injusticia y defendía a los pequeños y a los pobres. ¡Que su testimonio dé valor y esperanza a los jóvenes de la República Democrática del Congo y de toda África!”.

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