“El arte, como el Evangelio, es para todos”. Con esta premisa, el obispo auxiliar de la Arquidiócesis de México, Francisco Javier Acero Pérez, presentó esta mañana en Madrid la exposición ‘Tan lejos, tan cerca. Guadalupe de México en España’, que acoge el Museo del Prado hasta el 14 de septiembre.
Para este agustín recoleto vallisoletano, la muestra que revisita la imagen más venerada en América Latina habla de “una fe común a María que nos envuelve en una unidad devocional hacia ella”. Lo cierto es que a través de cerca de setenta obras entre pinturas, grabados, esculturas y libros, que firman, entre otros, José Juárez, Juan Correa, Manuel de Arellano, Miguel Cabrera, Velázquez, Zurbarán o Francisco Antonio Vallejo.
Entre todas estas piezas, el obispo mostró una particular predilección por un cuadro de nácar traído de Filipinas, que considera “la joya” de esta muestra, así como el óleo sobre lienzo procedente de la parroquia san Miguel Arcángel en Villalón de Campos. “El Museo del Prado se convierte así en lugar de encuentro, no solo por hacer descubrir la belleza con mayúsculas, sino el amor”, verbalizó el agustino recoleto.
“La historia de América Latina es una historia de encuentros, pero el ‘encontronazo’ es la Virgen de Guadalupe, que nos lleva a Dios”, planteó Acero Pérez, que fue más allá: “El acontecimiento guadalupano es para el mundo, no solo para una región”. Es más, aseguró que “la Virgen de Guadalupe es el primer mensaje mariano globalizado”.
“No podemos negar nuestra identidad, manipularla ni ideologizarla”, remarcó remitiéndose al papa Francisco y su defensa del mensaje universal guadalupano: “A Nuestra Virgen de Guadalupe no se la toca”. “Cuanto más Evangelio ponemos en la vida, menos enfrentamientos hay”, subrayó. A la par, comentó que “Guadalupe también evangeliza en España en un momento de invierno demográfico y de secularización”.
Preguntado por la crisis migratoria que se vive en América, el obispo auxiliar denunció que se trata de “deportaciones salvajes e inhumanas de Estados Unidos”. En este sentido, no solo se circunscribió a la Administración Trump, sino también a la de Obama: “No son colores, son actitudes”. Al hilo de esta cuestión, alertó de la “falta de dignidad humana que se va perdiendo en los Gobierno y, sobre todo, el silencio de los organismos internacionales sobre esta lacra”.