Durante tres días, líderes religiosos budistas y cristianos procedentes de más de quince países se dieron cita en la capital de Camboya para compartir reflexiones, oraciones y compromisos comunes en favor de la paz. El Octavo Coloquio Budista-Cristiano, celebrado del 27 al 29 de mayo, ha sido convocado por el Dicasterio para el Diálogo Interreligioso, en colaboración con la Universidad Budista Preah Sihanouk Raja y la Iglesia Católica en el Reino de Camboya.
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Bajo el lema ‘Budistas y cristianos trabajando juntos por la paz a través de la reconciliación y la resiliencia’, el encuentro se ha convertido en “un testimonio del deseo compartido de entendimiento y fraternidad en un mundo fragmentado”, tal como han señalado sus organizadores en un comunicado tras la finalización del evento.
“Durante estos días hemos orado, visitado nuestros respectivos lugares de culto, estudiado y nos hemos encontrado unos con otros en un espíritu de respeto mutuo y amistad”, se lee en la declaración final. “Nuestras conversaciones estuvieron marcadas por la escucha atenta y el descubrimiento de una sabiduría compartida: ambas tradiciones llaman a la transformación de los corazones y las sociedades a través de la compasión y la verdad”.
Justicia y reconciliación
Inspirados en el legado del venerado Maha Ghosananda, el encuentro recordó que incluso “las heridas más dolorosas de la historia pueden transformarse a través de la compasión, la sabiduría y la resiliencia espiritual”. Citando el Dhammapada, los líderes budistas señalaron que “el odio no cesa con el odio, sino sólo con el amor; ésta es la ley eterna”.
Por parte cristiana, el texto evangélico “Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Mateo 5,9) marcó el rumbo de los intercambios. “La invitación de Jesús a amar a los enemigos y responder a la violencia con misericordia continúa guiando nuestros esfuerzos por la justicia y la reconciliación”, afirma el comunicado.
Asimismo, los organizadores han subrayado el papel fundamental de la educación para promover valores de no violencia, diálogo y cooperación desde la infancia, así como la responsabilidad de los líderes religiosos de “encarnar la reconciliación de maneras prácticas: apoyando a los que sufren, promoviendo la justicia y cultivando la paz interior”.
De esta manera, los participantes han asumido tres compromisos: “caminar juntos como amigos y compañeros espirituales; profundizar en la apreciación mutua de nuestras tradiciones; y ser instrumentos de sanación y esperanza en nuestras comunidades”.