Jesús Fernández González ya es el octogésimo segundo obispo de Córdoba, desde que en el siglo XIII se restaurara la sede local. Una celebración en la que han participado 34 obispos de las diócesis españolas –estando a la cabeza el arzobispo de Sevilla, José Ángel Saiz Meneses, quien dio al nuevo prelado la posesión de la cátedra– y como representante de la Nunciatura apostólica, Roman Walczak, encargado de transmitir los saludos del papa León XIV.
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Una Iglesia en servicio
El administrador apostólico, Demetrio Fernández, fue el encargado de dirigir las palabras de saludo a su sucesor antes de la lectura de las Letras Apostólicas. Al acto en la mezquita-catedral también han asistido una treintena de representantes institucionales, como el alcalde, José María Bellido; la subdelegada del gobierno en Córdoba, Ana López y el delegado de la Junta de Andalucía, Adolfo Molina; el presidente de la diputación, Salvador Fuentes; una docena de consejeros, senadores, diputados nacionales y autonómicos, así como representantes de la audiencia provincial, de la Universidad de Córdoba y las fuerzas de seguridad.
El nuevo obispo ha pedido a los fieles cordobeses que sean “humildes y amables, comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor, esforzándoos en mantener la unidad de Espíritu, con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados”, como piden las Escrituras. Ha insistido, proponiendo una amplia reflexión sobre el amor de Jesús, en que la justicia, la fraternidad y la paz son la “antesala del Reino de Dios” y se ha proclamado pastor de una iglesia peregrina de la esperanza en este año jubilar, al proyecto de “una iglesia sinodal y que camina unida” ya que es una “vocación eclesial” volcada a los demás; y a la iglesia ministerial –en la que cada uno participa según su carisma y compromiso– y misionera.
