En Rusia, las palabras de León XIV no han pasado desapercibidas. Aquella tarde, en la que el nuevo Papa se dirigió por primera vez al mundo, su mensaje de paz llegó a una Iglesia marcada por la tensión y el sufrimiento.
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“Impactó su llamado a una paz desarmada y desarmante, un concepto sencillo pero profundo que repitió también en sus discursos posteriores. Esto generó esperanza”, confiesa a Vatican News Nikolaj Gennad’evič Dubinin, obispo auxiliar de Moscú.
Junto a la paz, hubo otra palabra que caló hondo: unidad. “El Papa la pronunció nada menos que ocho veces en la homilía con la que inició su ministerio petrino. Y no fue casualidad. Es una invitación urgente, no solo para la Iglesia, también para nuestra sociedad”, afirma Dubinin.
Además, en Rusia estas palabras de León XIV se han recibido como una continuidad consoladora del camino trazado por el Papa Francisco. “Nos da consuelo, pero también nos da impulso”, reconoce el obispo.
“En nuestras parroquias conviven personas de orígenes culturales, lenguas y posturas distintas. Eso nos obliga a permanecer por encima de las divisiones, compartiendo los dolores y las incertidumbres de todos”, explica Dubinin. “Nos duele no poder cambiar directamente lo que ocurre, pero confiamos en la acción del Espíritu Santo a través de León XIV”, añade.
Un corazón abierto que despierta otros corazones
“Incluso personas alejadas de la Iglesia se sintieron tocadas”, comenta el obispo auxiliar. “Muchos me dijeron lo mismo: que les impresionó ver a un Papa joven, enérgico, simpático. Alguien que transmite cercanía. Lo ven como un hombre de corazón abierto, capaz de abrir también el corazón de los demás. Y eso es justamente lo que nuestra sociedad necesita para superar tantos miedos”.
Pero esta esperanza no es nueva. Llegó, también, con el papa Francisco, y uno de sus ejemplos más claros es la peregrinación por toda Rusia de una copia del icono de la Salus Populi Romani, regalo de Francisco. “Cuando supo que muchos fieles no podrían venir a Roma durante el Jubileo, nos envió este cuadro como signo de consuelo. Hoy recorre nuestras comunidades, y al finalizar el Año Santo permanecerá en la catedral de Moscú como memoria viva de ese gesto”.
Diálogo interreligioso
En el terreno del diálogo interreligioso, también hay signos nuevos que merecen ser contados. Dubinin destaca un hecho que califica como histórico: “Mientras nosotros preparábamos la traducción al ruso de la encíclica Fratelli tutti, nos enteramos con sorpresa y alegría de que un grupo de musulmanes ya la había traducido por su cuenta”.
El gesto no quedó en lo anecdótico. “La imprimieron, la presentamos juntos, y fue un momento de comunión auténtica. Por primera vez, un texto papal despertó un diálogo real porque nuestros hermanos musulmanes reconocieron que el mensaje de fraternidad de Fratelli tutti les hablaba también a ellos”.