Cono Sur

Guillermo Sandoval: “Veo una Iglesia muy activa, muy viva, más allá de esos silencios de la profecía”

| 20/05/2025 - 00:36

El director del Centro de Gestión del Conocimiento del CELAM explica a Vida Nueva el proceso de intercambio pastoral de coordinación, participación y vinculación con la sociedad abierto en las cuatro regiones que lo integran





Una intensa actividad de coordinación y animación realizó el Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (CELAM). Durante tres días, 21 de las 22 conferencias episcopales que lo integran se reunieron en sus cuatro regiones para iniciar un proceso en tres etapas, apuntando a la coordinación y la animación pastoral para fortalecer la comunión eclesial en clave sinodal.



Guillermo Sandoval, director del Centro de Gestión del Conocimiento del CELAM, explicó a Vida Nueva esa experiencia y su proyección.

PREGUNTA.- ¿Cómo surge esta iniciativa?

RESPUESTA.- Iba a ser la proyección del Congreso de Doctrina Social de la Iglesia hacia las regiones. Nos dimos cuenta que permitía aprovechar la oportunidad de trabajar más ampliamente la comunión de las conferencias episcopales y la corresponsabilidad entre las conferencias episcopales (CE) con el CELAM y de las conferencias episcopales entre sí. Lo planteamos, la Secretaría General comenzó a liderar este proyecto, le desarrollamos una metodología, se asumió un contenido e iluminación bíblica y se programó para realizarlo en 3 encuentros sucesivos en cada región, a partir de este año. El CELAM sugirió a las CE que participe una delegación eclesial, no solo episcopal. Cada delegación estuvo integrada por los obispos secretarios generales, y el adjunto, laicos y laicas, consagrados/as.

P.- Propone un texto bíblico inspirador…

R.- Sí. El padre Francisco Hernández, director del Centro de Programas y Redes de Acción Pastoral, propuso el pasaje bíblico del camino de Emaús que inspira los 3 encuentros: el que acabamos de cumplir, “conversando en el camino”; luego “explicación de las Escrituras” y “la fracción del pan” donde se reconoce a Cristo; y “ponerse en camino”, el tercero. Ese marco bíblico en este primer ciclo ayudó a vivir un espíritu realmente muy eclesial, con una espiritualidad profunda. Entiendo ‘espiritualidad’ como un estilo de vivir, como dice Juan XXIII, no solo rezar. Esta espiritualidad, fundada en Emaús, dio mucha fuerza y sentido a los encuentros.

Iglesia en comunión

P.- ¿Qué se proponen con estos encuentros?

R.- Tienen 4 objetivos: conocer las necesidades y aportes de cada conferencia episcopal y lo que el CELAM puede ofrecer; qué puede dar cada conferencia a otra para trabajar juntas, sinodalmente: no sólo una episcopalidad en comunión, sino la iglesia en comunión. El segundo objetivo: compartir el Plan Global 2023-2027, lo que la actual presidencia junto a los Centros pastorales del CELAM quiere desarrollar en su período. Otro es promover la coordinación, la comunión, la articulación en cada región, que algunas ya la tienen muy desarrollada. El cuarto objetivo es generar contactos con y entre los liderazgos eclesiales, sociales, e incluso políticos, sindicales, empresariales. Estos últimos en la tercera etapa.

P.- Y, ¿qué esperan acentuar en cada etapa?

R.- Esta primera etapa quiso fomentar la comunión, “acuerpar” la iglesia en cada región, trabajar juntas, también con el CELAM, entendido como organismo de servicio y coordinación de las propias conferencias episcopales. En esa dimensión se busca que se produzca mayor comunión entre las iglesias nacionales. El segundo ciclo, el próximo año, está focalizado en la participación. Por tanto, abre a otras redes eclesiales: Caritas, Clamor, la CLAR, que trabajan con las conferencias episcopales. El tercer ciclo abre a la participación a la sociedad, vinculando a las iglesias entre sí, con organismos eclesiales y con organismos y liderazgos de toda la sociedad.

P.- ¿Tuvieron buena participación de las CE?

R.- De las 22 CE, 20 participaron presencialmente, una vía digital, Nicaragua; y Haití, pese la cercanía no tenía condiciones de seguridad para salir a Santo Domingo. Considero que fue una muy buena respuesta de las CCEE.

P.- ¿Cuáles fueron las sedes?

R.- San José, en Costa Rica, la región Centro América y México (CAMEX); en Lima, Perú, los países Bolivarianos; en Santo Domingo, República Dominicana, los países de El Caribe; y en Buenos Aires el Cono Sur.

P.- ¿Cómo desarrollaron el trabajo?

R.- El mismo programa durante 3 días, con una metodología -que adaptó en cada ocasión sus herramientas- que incluyó: ‘Lectio Divina’, reflexión sobre el pasaje de Emaús, realizada por un biblista de la región; exposición sobre la realidad de la región hecha por un experto local, complementada por un documento enviado antes que resume la mirada de la iglesia a través de sus secretarios generales y otros documentos eclesiales. Siguió una ‘conversación en el espíritu’, que permite buscar los espacios comunes, de consenso, para describir los dolores y esperanzas en cada región. Se dio a conocer el quehacer del CELAM para facilitar su conocimiento como organismo de servicio y coordinación. Luego se fueron identificando los espacios de colaboración.

Dolores y esperanzas

En la tarde del 2° día, en una peregrinación organizada por la conferencia episcopal local, visitamos obras de iglesia que generaran esperanza, en términos del Jubileo.

El 3º día se facilitó el diálogo entre conferencias y de ellas con el CELAM para decantar las definiciones de dolores y esperanzas que más afligen a cada región. Fue el resultado de los encuentros, con el compromiso de asumirlos como región. No se creó una estructura, salvo personas que asumieron tareas de motorizar la ejecución de estos acuerdos, en cada Conferencia Episcopal.

P.- ¿Cuáles temas surgieron?

R.- La fragilidad democrática, en todas las regiones; la migración en varias, con distintos énfasis o focos: la salida, el tránsito, la acogida, la xenofobia, el oportunismo político o comunicacional; la narcocultura estuvo muy presente; temas de medioambiente; la violencia en sus diversas manifestaciones. En lo eclesial: el silencio profético, en algunas regiones; hay una mirada crítica hacia adentro de la Iglesia, junto a mucha esperanza en la participación actual de los jóvenes y en los espacios para la mujer en la iglesia y fuera de ella.

P.- Con esta experiencia ¿qué visión tienes de la iglesia en AL?

R.- Veo una Iglesia muy activa, muy viva, muy presente, más allá de esos silencios de la profecía que también existen. Hay muchísimos elementos de crecimiento en vida eclesial. Al mismo tiempo cabe la autocrítica: no tener suficiente voz pública. Tal vez por una desconsideración a la Iglesia por parte de los medios, también por falta de capacidad de comunicar. O ambas.

Si uno mira lo que los obispos han dicho y lo que organismos de iglesia han dicho, y como está presente la Iglesia en medio de las comunidades, se puede ver un trabajo y una presencia junto a los más vulnerables que es muy importante. Estos hechos requieren más voz, sobre todo ante situaciones sociales que se plantearon en los encuentros.

P.- ¿Cómo continuará?

R.- Hay entusiasmo para el segundo ciclo, se valoró el programa, se han generado expectativas. Este es un camino sinodal. Hay unos más entusiasmados y otros menos, pero nadie se opone al camino sinodal. Matices, pero en general hay una manifiesta acogida a vivir la eclesialidad sinodal.

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