El nuncio pidió a la Iglesia argentina conservar el patrimonio y las enseñanzas de Francisco

Presidió una celebración en la Catedral porteña para pedir la luz del Espíritu, y que el Señor done, según su corazón, un pastor para la Iglesia

El nuncio pidió a la Iglesia argentina conservar el patrimonio y las enseñanzas de Francisco

Durante este miércoles, se celebró en la Catedral Metropolitana de Buenos Aires, una Misa ‘pro eligendo summo pontífice’, presidida por el nuncio apostólico en la Argentina, Miroslaw Adamczyk, para que el Espíritu Santo asista e ilumine a los cardenales que tienen la responsabilidad de elegir al nuevo Papa.



Durante la homilía, el nuncio destacó la “piadosa muerte” del papa Francisco y agradeció a Dios por todo el bien que ha hecho a la Iglesia, a través de su personal, su servicio y su obra.

Conservar las enseñanzas de Francisco

Dijo estar profundamente convencido de que la Iglesia local está llamada a conservar el patrimonio y la enseñanza del Papa argentino. “Deben estar orgullosos de su compatriota que por 12 años dirigió el rebaño del Señor en la tierra”, afirmó.

Sostuvo que en la vida eclesial es importante mantener la unidad de los cristianos, y recordó que Santa Catalina de Siena había expresado que no existe el  catolicismo sin la guía moral, humana y espiritual del Papa, y que el mismo Jesús quien puso a la Iglesia en manos de Pedro (Mt 16, 18-19).

Por tal motivo, Adamczyk remarcó que están reunidos en unión con los cardenales que ya están en la Capilla Sixtina para pedir la luz del Espíritu Santo y para que Dios done un nuevo pastor, según su corazón. “La Iglesia católica es consciente de haber conservado, en fidelidad a la tradición apostólica y a la fe de los Padres, el ministerio del Sucesor de Pedro. Pedimos a Dios que nos dé el 267 (ducentésimo sexagésimo séptimo) Sucesor de San Pedro.”

Cuidar y proteger

El representante del Vaticano en la Argentina subrayó que la primera misión de Pedro y sus sucesores es justamente la de cuidar y proteger la Iglesia, y que el obispo de Roma, por su carácter episcopal, se explicita en la transmisión de la Palabra de Dios e incluye una responsabilidad específica y particular en la misión evangelizadora.

Reafirmó que la unidad de la Iglesia alcanza su más elevada expresión en el Sacrificio Eucarístico, que es centro y raíz de la comunión eclesial, que se funda necesariamente en la unidad del Episcopado. Por eso, toda celebración de la Eucaristía expresa esta comunión universal con Pedro y con la Iglesia entera.

Adamczyk ratificó que cada Sucesor de Pedro tiene una enorme responsabilidad por la Santa Iglesia y nadie puede pretender de cubrir solo esta grande responsabilidad y honor; y justamente, para mostrar la responsabilidad de los cardenales, referenció: “No me eligieron ustedes a mí; yo los elegí a ustedes y los destiné para que vayan y den fruto”.

Imploró que la luz del Espíritu Santo ilumine a los Cardenales, y la fortaleza para que el elegido acepte. Seguidamente, mencionó el texto del Evangelio que Jesús dirige a Pedro: “Apacienta mis ovejas. Te lo aseguro, cuando eras joven, tú mismo te vestías e ibas a donde querías; cuando seas viejo; extenderás las manos; otro te atará y te llevará a donde no quieras”, y estimó que estas palabras son válidas para los sucesores de Pedro porque “Ser Papa no es solo un honor, sino que una grande responsabilidad y sacrificio”.

Para concluir, el Nuncio Apostólico rezó junto a la feligresía:

Señor Jesús, Hijo del Dios vivo
Tú eres el Señor, el único Salvador.

Mira a tu pueblo en esta hora de orfandad
y manda a tu Espíritu Santo a renovar la faz de la Iglesia.

Concédenos un Papa santo, que santifique al rebaño,
que lo gobierne con la verdad y la caridad,
que le enseñe con la claridad de tu perenne Evangelio y doctrina.

Danos un Papa que predique con pasión y
ardor tu Evangelio, que proclame que Tú eres
el único Señor y Salvador, que atraiga
suavemente a las naciones a tu Reino,
que dé testimonio valiente de la única verdad que eres Tú.

Danos un Papa lleno de amor y misericordia
con los pobres y los pecadores, un pastor
que cure las heridas y que sea incansable
en llamar a la conversión, pues sin
arrepentimiento tampoco hay perdón.

Danos un Pastor que nos lleve a volver la
mirada a lo alto y nos haga entender que
nuestro destino no es esta tierra sino en la gloria
del Cielo donde reinaremos contigo.

Ilumina a los Cardenales, que huyan de la
tentación de la mundanidad y del poder,
que busquen solo tu Gloria y el bien de la
Iglesia y que se abran a la inspiración
de tu Santo Espíritu. Amén.

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