El nuevo decreto sobre las intenciones y los estipendios en la misa promovido por el Dicasterio para el Clero y avalado por el papa Francisco ya está en vigor. Aunque el Pontífice argentino lo firmó el Domingo de Ramos, fue ayer, con el comienzo de la Pascua, cuando debe comenzar a materializarse en todas las parroquias y diócesis del planeta.
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Según ha detallado el departamento vaticano, “el decreto fue solicitado por el Santo Padre para promover la clarificación de la disciplina de las intenciones de Misa, particularmente en lo que respecta a las colectivas o multi-intencionales”.
Intenciones múltiples
De esta manera, los obispos de cada provincia eclesiástica podrán autorizar la celebración de misas por intenciones de múltiples donantes incluso más allá de lo previsto por el decreto ‘Mos iugiter’, que se aprobó en 1991 y que lo permitía dos veces por semana.
Además, la nueva reforma vaticana pone la mirada en los más pobres, desde una doble perspectiva. Por un lado, se insta a los sacerdotes a celebrar las misas por las intenciones de los más vulnerables del entorno, aun cuando no reciban ninguna ofrenda a cambio. Por otro lado, se invita a los sacerdotes a destinar las donaciones recibidas a parroquias que estén especialmente necesitadas, con la mirada puesta en los países de misión.
Consentimiento explícito
El Dicasterio presidido por el cardenal surcoreano Lazarus You Heung-sik aterriza también en otras cuestiones que pretenden aumentar la transparencia en estas celebraciones. Así, se necesitará un consentimiento explícito de todas las personas que ofrecen una eucaristía por una intención concreta, para que aprueben que esa misa incluirá otras peticiones.
Además, se llama a los obispos y sacerdotes a estar especialmente vigilantes a este respecto para garantizar que cada intención y ofrenda se inscriba en registros especiales. De la misma manera, se subraya la importancia de que se distinga “entre la solicitud de una intención específica de la Misa, (aunque sea “colectiva”) y el simple recuerdo durante una celebración de la Palabra o en determinados momentos de la celebración eucarística”. En caso de no cumplir con estas premisas, el nuevo decreto alerta de que se podrían llegar a imponer “medidas disciplinarias y/o penales”.
Con el fin de acompañar la aplicación de estas medidas, y con la vista puesta a una futurible actualización, el Dicasterio para el Clero contempla una auditoría global dentro de diez años.