Una Iglesia en salida. Capaz de llegar a todas las periferias. Físicas y existenciales. Esta era la Iglesia soñada por el papa Francisco durante todo su pontificado. Unas periferias a las que el Pontífice argentino, fallecido hoy, se propuso llegar… también a través de las redes sociales. Porque en la Iglesia hay sitio para “todos, todos, todos”. Y todos debían escucharlo.
- WHATSAPP: Sigue nuestro canal para recibir gratis la mejor información
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
Por este motivo, Francisco cogió el testigo de la cuenta de Twitter (actual X) @pontifex, abierta durante el último año de pontificado de Benedicto XVI (2012), y en la que llegó a acumular unos 50 millones de seguidores en nueve cuentas correspondientes a nueve idiomas distintos: italiano, español, inglés, latín, francés, portugués, árabe, alemán y polaco.
En ella compartía, cada día, al menos un mensaje diario: una reflexión, un llamamiento a la oración y, en muchas ocasiones, una reivindicación por la paz. Por ejemplo, el pasado 2 de febrero de 2025 renovaba su petición “especialmente a los gobernantes cristianos”, para que “pongan el máximo empeño en las negociaciones que pongan fin a todos los conflictos en curso”. “Recemos por la paz en la martirizada Ucrania, Palestina, Israel, Líbano, Myanmar, Sudán, Kiwu del Norte”, pedía Francisco.
Renuevo mi llamamiento, especialmente a los gobernantes cristianos, para que pongan el máximo empeño en las negociaciones que pongan fin a todos los conflictos en curso. Recemos por la paz en la martirizada Ucrania, Palestina, Israel, Líbano, Myanmar, Sudán, Kiwu del Norte.
— Papa Francisco (@Pontifex_es) February 2, 2025
El Papa ‘influencer’
Pero no solo de mensajes vivían las redes del Papa. Poco después de asentarse en Twitter, Francisco aterrizaba en Instagram, donde se convirtió en todo un ‘influencer’ con más de 9,7 millones de seguidores. La cuenta, nutrida de casi 2.000 imágenes de Francisco, recogía fotografías y vídeos en los que se unían desde reflexiones hasta instantáneas de la actividad habitual del Pontífice.
Y es que a Francisco nunca le dio miedo la cámara. Ni siquiera la cámara frontal del móvil. Y es que el Papa no desdeñaba hacerse un selfie, como aquel que se hizo con el reggaetonero J Balvin durante el ‘Vitae Summit’ celebrado en el Vaticano en 2022.
Ver esta publicación en Instagram
YouTube: orar con el Papa
Otro de los grandes proyectos de su pontificado fue, precisamente, en YouTube. Y es que, a través de la Red Mundial de Oración, Francisco publicaba todos los meses un breve vídeo en el que exponía una intención de oración especial en ‘El Vídeo del Papa’.
En ellas incluyó las vocaciones religiosas, los migrantes, las mujeres, los jóvenes de África, las víctimas de trata… Cada mes, el Papa reflexionaba sobre una realidad concreta que merecía estar en las oraciones de los cristianos.
Advertencia a los jóvenes: cuidado con el scroll infinito
Eso sí, a pesar de su presencia en redes el papa Francisco era muy consciente de los peligros que estas tienen, especialmente para los jóvenes. De hecho, en una carta abierta a los jóvenes de Iasi (Rumanía) en julio de 2022, el Papa animaba a los jóvenes a utilizar las redes sociales “con valentía y creatividad, transmitiendo valores que construyan: la amistad, la paz, el diálogo entre etnias y culturas, la familia y los valores cristianos”.
De esta manera, pedía que no se convirtiesen en “esclavos” de sus teléfonos: “Salgan al mundo, encuentren a la gente, escuchen sus historias, miren a los ojos de sus hermanos y hermanas. La verdadera riqueza está en las relaciones humanas vividas a diario, en el contacto directo y sincero”.
El mismo contundente discurso llegaba este 2025 durante el Jubileo de los Periodistas, en el que advirtió sobre el “scroll infinito” de las redes, tan peligroso especialmente para los jóvenes, a quienes invitó a ejercitar el pensamiento crítico.
“Las grandes transformaciones no pueden surgir de mentes dormidas, sino de corazones iluminados”, afirmó el Papa, pidiendo combatir, asimismo, lo que definió como “podredumbre cerebral” que podría traer consigo el uso excesivo de las redes.