El papa Francisco ha muerto hoy. Y con él perdemos a un gigante en la historia de la Iglesia… No solo por el primer papa jesuita, de América Latina y que eligió como nombre pontificio el de san Francisco de Asís, sino porque, a la hora de discernir cuál ha sido la principal aportación en su magisterio, es complicado elegir una sola cuestión.
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Así, estamos ante el Papa de los pobres (como le prometió al cardenal Hummes nada más ser elegido en el Cónclave de 2013), de los migrantes, de las mujeres… Y, en ese largo etcétera, entra sin duda el calificativo de “verde”.
Sostenibilidad, la armonía y la sencillez
Y es que, desde que el 24 de mayo publicara la encíclica Lautato si’, estamos ante uno de los documentos de referencia, en lo eclesial y en lo social, a la hora de levantar la bandera de la ecología integral: la que pasa por denunciar la contaminación del planeta hasta el punto de comprometer la supervivencia de las generaciones futuras, pero también por defender un modo de consumir y vivir que pasa por la sostenibilidad, la armonía y la sencillez.
Porque, en ese “buen vivir”, que es una lección esencial para todos, el Papa llama especialmente la atención sobre el modelo que nos ofrecen las comunidades originarias que, por ejemplo, viven en la Amazonía y que aprecian como un tesoro a custodiar el conjunto de su ecosistema, sin perder nunca de vista que “todo está interrelacionado”.
Una cruel paradoja
Y no solo ya por el ejemplo positivo que encarnan para todos, sino porque se da la paradoja de que, siendo ellos los que menos contaminan, son los que más sufren la rapiña de las multinacionales (amparadas por sus gobiernos nacionales y corrompiendo a los de los países en los que se instalan) en sus territorios, devastando estas sus ríos, su flora, su fauna y su identidad, pues muchos de sus líderes que levantan la voz son perseguidos legalmente y hasta asesinados. Esto es lo que, como lamenta Bergoglio, nos lleva a la “injusticia ecológica”.
Por eso, Laudato si’ es una encíclica sobre ecología, sí, pero también hondamente social. Lo mismo de Laudate Deum, la exhortación apostólica (4 de octubre de 2023) con la que el Papa ha actualizado su magisterio sobre la cuestión. Un aldabonazo en las conciencias que el Papa ha reiterado en muchos de sus discursos, incluidos en los ofrecidos en todas las cumbres climáticas de la ONU que se han celebrado bajo su pontificado.
Sínodo de la Amazonía
Y, por supuesto, sin olvidar que Francisco convocó el Sínodo de la Amazonía, que se celebró en Roma del 6 al 27 de octubre de 2019, siendo una de sus principales aportaciones la llamada a la “conversión ecológica”, alma del otro documento paradigmático de este pontificado: la exhortación ‘Querida Amazonía’. O que, con Bergoglio, el propio Vaticano ha dado un nítido paso adelante a la hora de no invertir en industrias contaminantes, implementando prácticas habituales en la senda del desarrollo sostenible.
Francisco es muchas cosas, pero sobre todo el discípulo del santo de Asís que, como dejó escrito en Laudato sí’, nos hizo reflexionar con preguntas y respuestas como estas: “¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos sucedan? Lo que está en juego es nuestra propia dignidad. Somos nosotros los primeros interesados en dejar un planeta habitable para la humanidad que nos sucederá”.