Un jubileo por la reparación de las víctimas de abusos en la Iglesia

La Pontificia Comisión para la Protección de los Menores organiza una peregrinación tras una década de servicio

Un jubileo por la reparación de las víctimas de abusos en la Iglesia

La Pontificia Comisión para la Protección de los Menores organizó una ‘Peregrinación de Reparación y Esperanza’ dentro del Jubileo 2025 a las puertas de la Semana Santa. Una iniciativa que ha tratado de visibilizar las oraciones y testimonios de cuantos han acudido a la comisión en la última década. Los participantes cruzaron la Puerta Santa el pasado 27 de marzo con una pequeña casa de barro hecha por las Agustinas Contemplativas del Santuario de los Cuatro Santos Coronados de Roma.



La reparación a las víctimas

Para el secretario de la Comisión, Luis Manuel Alí Herrera, este símbolo de esperanza “manifiesta nuestro compromiso de hacer de nuestra Iglesia un lugar seguro para nuestros niños, adolescentes y personas vulnerables”. “La esperanza no es sólo para los poetas, ni para los ilusos. Es para todos nosotros, hombres y mujeres que caminamos por los senderos polvorientos y fatigosos de nuestra vida cotidiana, asombrados por las sorpresas de Dios y asustados por los escollos y las incertidumbres que encontramos en el camino”, reivindica el secretario.

Para Alí Herrera, “esta peregrinación ayudó a la Comisión a redescubrir el valor de las cosas sencillas y a volver a centrarnos en lo esencial, en lo que realmente vale la pena en la vida. Sobre todo, nos hizo tomar conciencia de que la reparación a las víctimas por cualquier forma de abuso sufrido en el seno de la Iglesia es también una peregrinación, y que emprender este viaje es tan importante como el destino final, porque reparar el daño es un proceso a lo largo del tiempo, un proceso en el que el dolor no desaparece, sino que puede transformarse con la fuerza del Espíritu Santo”.

“Como miembros de la Comisión, hemos sido testigos durante los últimos diez años de que las víctimas viven un Vía Crucis en sus vidas cuando las situaciones que sufrieron no pueden salir a la luz, cuando no pueden emprender un camino de curación o cuando un proceso de reparación queda incompleto”, escribe el secretario. Por ello reclama: “Debemos reparar nuestra relación con Dios, con la Iglesia, con los demás, con nosotros mismos, porque el daño infligido por los abusos clericales afecta no sólo a las víctimas, sino también a las familias y a las comunidades eclesiales”.

Por otro lado, destaca que “las disculpas públicas y privadas son un reconocimiento sincero del daño causado que no puede tener como objetivo proteger la imagen de la institución” y que “las reparaciones económicas deben ser cuidadosamente consideradas, pues aunque cumplen una función simbólica y terapéutica, no deben ser entendidas como la única acción reparadora posible”.

Comision Tutela Menores Peregrinacion

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