La Fiscalía de Enna, en Sicilia, ha solicitado el procesamiento del obispo de Piazza Armerina, Rosario Gisana, y del vicario judicial de la diócesis, Vincenzo Murgano, por presunto falso testimonio en el juicio contra el sacerdote Giuseppe Rugolo, condenado a cuatro años y medio de prisión por abusos sexuales a menores.
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Según la acusación, existen pruebas suficientes para iniciar un proceso judicial por perjurio contra Gisana y Murgano, quien actualmente también ejerce como párroco en una iglesia de Enna. Medios locales informaron este lunes que ambos habrían mentido en sede judicial respecto a una presunta oferta de 25.000 euros destinada a silenciar a la víctima de Rugolo, quien era menor de edad en el momento de los hechos.
Además, las investigaciones han revelado que, durante el juicio, se presentaron testimonios contradictorios sobre el conocimiento que las autoridades eclesiásticas tenían de las denuncias previas contra Rugolo. Testigos han declarado que tanto Gisana como Murgano estaban al tanto de las acusaciones mucho antes de que el caso llegara a la justicia, pero no actuaron en consecuencia.
Falta de prevención eclesiástica
Durante el juicio, se determinó que las autoridades eclesiásticas no tomaron las medidas necesarias para prevenir los abusos del sacerdote, a pesar de que la víctima denunció los hechos tanto a la diócesis como al propio obispo. Rugolo dirigía una asociación juvenil vinculada a su parroquia, que reunía a un numeroso grupo de adolescentes, lo que facilitó su acceso a menores.
De acuerdo con las investigaciones, la diócesis habría recibido múltiples advertencias sobre la conducta de Rugolo, incluso de otros feligreses y colaboradores de la parroquia. Sin embargo, en lugar de tomar acciones preventivas, el sacerdote continuó desempeñando su labor pastoral sin restricciones, lo que permitió que se produjeran más abusos.
Vicenzo Murgano, el vicario judicial investigado por falso testimonio en la declaración del caso Rugolo.
Tras su condena por violencia sexual agravada, Antonio Messina, la víctima de Rugolo, quien actualmente trabaja como arqueólogo y animador cultural, exigió la renuncia de Gisana y solicitó al papa Francisco que lo destituyera de su cargo. Messina también hizo un llamado a la Conferencia Episcopal Italiana para que se investiguen otros posibles casos de encubrimiento dentro de la diócesis.
Este caso ha reavivado el debate sobre la responsabilidad de la Iglesia en la protección de los menores y el papel de sus autoridades en la gestión de denuncias de abuso dentro de la institución.