La CONFER se suma a la celebración de la Jornada Mundial de la Vida Consagrada: “Ningún carisma es superfluo”

Los religiosos y religiosas españoles han hecho público un mensaje, sumándose a la celebración “con agradecimiento y compromiso”

Jesús Díaz Sariego, presidente de la CONFER

El próximo día 2 de febrero la Iglesia celebra la XXIX Jornada Mundial de la Vida Consagrada. Ante esta ocasión, la presidencia de la CONFER ha hecho público un mensaje, sumándose a la celebración con agradecimiento y compromiso.



Con agradecimiento, cuenta la nota, “porque de nuevo se nos brinda la ocasión para reconocer la entrega de numerosos religiosos y religiosas, personas consagradas, que desde los diversos lugares del mundo siguen al Señor con fidelidad y entrega”. Con compromiso, porque “con motivo de la Jornada programada la Vida Consagrada quiere renovar su fidelidad a la vocación a la que muchas personas han sido llamadas”.

Esta próxima Jornada, en España, tiene como lema ‘Peregrinos y sembradores de esperanza’. Con ello “se quiere poner de manifiesto la aportación que la vida y misión de los consagrados y consagradas hacen, desde la Iglesia española, al conjunto de la sociedad a través de sus obras e instituciones apostólicas”. Una aportación, subrayan desde CONFER, “que despierta y fomenta la esperanza de muchas personas en situación de especial vulnerabilidad y pobreza”.

“La vida religiosa continúa siendo una porción importante de la Iglesia en el conjunto de la sociedad española”, recuerdan. “La fuerza misionera que brotó de nuestras comunidades permanece como una aportación relevante y necesaria que nos une a otros continentes bajo la misma Verdad que anhelamos, buscamos y sembramos. Esta no es otra que la Verdad del Evangelio y que cada Congregación, según su fuerza carismática, vive y predica en el peregrinar de sus miembros”.

Abandonos Religiosos Scaled

Testigos de esperanza

La Jornada es, por tanto, “una ocasión para dar gracias a Dios por el don de la vida consagrada”. Asimismo, “pretende ayudarnos a asumir de forma renovada el compromiso de dar a conocer al conjunto de la sociedad la riqueza inestimable que contiene la vocación religiosa”.

“Quizás a algunos de nuestros contemporáneos pueda parecerles una opción de vida que forma parte más bien del pasado; inútil en los tiempos que corren o, incluso, arriesgada e insegura para el presente”, reconocen. “En cualquier caso, hemos de reconocer el valor intrínseco de la Vida Consagrada más allá de nuestras limitaciones y torpezas. Ningún carisma es ajeno a la realidad humana. Ningún carisma es superfluo, innecesario e inútil”. 

Asimismo, señalan que “los consagrados no somos sin más expertos de esperanza por el simple hecho de asumir una vocación, aquella que el don recibido de Dios ha puesto en nuestras vidas”, sino que “son precisamente las personas con las que caminos en el día a día, a las que servimos, las que nos descubren el valor y la virtud de la esperanza”.

El compromiso profético, lleva a la vida consagrada, además, “a ofrecer al mundo puentes de encuentro, de diálogo y reconciliación. La persona consagrada, desde la identificación que procura en su vida con los planes de Dios para el mundo, se ve impulsada a promover en los diversos contextos socioculturales en los que se encuentre la reconciliación de las heridas que anidan en el corazón de sus contemporáneos y la paz tan necesaria como urgente entre los pueblos”.

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