“Quiero ir a Canarias”. Con total naturalidad el papa Francisco reiteró esta mañana su voluntad de viajar al archipiélago para conocer de primera mano el drama migratorio y convertirse en altavoz de esta tragedia humanitaria.
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Fue en el transcurso de la audiencia con motivo del jubileo de los comunicadores que tuvo lugar este mediodía en el Aula Pablo VI. En el marco de los saludos a los pastores que participaban en el encuentro, se acercó hasta el Pontífice el obispo auxiliar de Canarias, Cristóbal Déniz, que acompaña a la delegación española como miembro de la Comisión Episcopal para las Comunicaciones Sociales.
Buen trabajo
El prelado se limitó a agradecer al Obispo de Roma su preocupación manifiesta por la situación que atraviesan las islas. No quiso preguntarle sobre una posible visita para no avasallar. Sin embargo, se topó con un Pontífice que no dudó en mostrar su interés de ir hasta Canarias, además de trasladar su felicitación por “el buen trabajo” que la Iglesia está haciendo en materia de acogida a quienes llegan desde lejos.
Fue el pasado mes de septiembre cuando Jorge Mario Bergoglio verbalizó por primera vez su deseo de trasladarse hasta Canarias. Hasta ahora se había barajado la posibilidad de que fuera una escala de ida o vuelta dentro de su esperado viaje a Argentina. Sin embargo, la inestabilidad socioeconómica provocada por el presidente Javier Milei parece emborronar este empeño. A partir de ahí, hay quien plantea una escapada de un día. Ahora se especula con la posibilidad de que se integrara dentro de un viaje a África con Senegal como eje, mostrando a la vez el punto de partida y llegada de la llamada ruta atlántica, que ha provocado más de diez mil muertes en cayucos naufragados en el último año.
Jornada maratoniana
Más allá de Canarias, Francisco festejó con los periodistas su jubileo después de una jornada maratoniana de audiencias, entre las que se encontraban reuniones con los presidentes de Panamá y del Consejo para la Transición de Haití. Este intenso ritmo para un Papa de 88 años le llevó a ser directo en su alocución a los comunicadores: “En mis manos tengo un discurso de nueve páginas. A esta hora, con el estómago empezando a moverse, leer nueve páginas sería una tortura”, compartió ante su auditorio y entregando el texto previsto al prefecto del Dicasterio para la Comunicación, Paolo Ruffini, para su distribución.
“Comunicar es salir un poco de uno mismo para dar lo mío al otro. Y la comunicación no es solo salir, sino también encontrarse con el otro”, entonó. Y justo después, añadió: “¡Saber comunicarse es una gran sabiduría, una gran sabiduría!”. A la vez, subrayó que “vuestro trabajo es un trabajo que construye: construye la sociedad, construye la Iglesia, hace que todos avancen, siempre que sea verdad”.
Vocación y misión
Estos dardos atomizados iban en línea del discurso que traía bajo el brazo, y en el que se subraya la necesidad de reivindicar la labor del periodista como “una vocación y una misión” para “educarnos en el pensamiento crítico” y “la participación”. Desde estas coordenadas el Sucesor de Pedro también denuncia el calvario que atraviesan “todos aquellos que están encarcelados sólo por haber sido fieles a la profesión de periodista, fotógrafo, cámara, por haber querido ir a ver con sus propios ojos y haber intentado contar lo que han visto”. Es más, reivindicó que todos los comunicadores “injustamente encarcelados sean liberados”. “Que también a ellos se les abra una ‘puerta’ por la que puedan volver a la libertad, porque la libertad de los periodistas aumenta la libertad de todos nosotros”, reivindica.
A la par, clama para “que se defienda y salvaguarde la libertad de prensa y de expresión del pensamiento, junto con el derecho fundamental a ser informado”. Para el Papa, la defensa de estos derechos es la vacuna contra los “crecientes prejuicios y polarizaciones que destruyen los lazos de convivencia civil e impiden la reconstrucción de la fraternidad”.
La delegación española en este jubileo de los comunicadores estaba encabezada por los delegados de medios de las diócesis así como los miembros de la Unión Católica de Informadores y Periodistas, coordinados ambos grupos por la Comisión de Medios de la Conferencia Episcopal Española.