Mariann Budde, la obispa que ha encendido la ira de Trump: “Debía recordar que hay personas que tienen miedo en nuestro país”

El presidente estadounidense, enfadado por su sermón, la ha catalogado de “radical de izquierda” y le exige a la Iglesia episcopaliana y a ella “una disculpa”

Mariann Edgar Budde, obispa episcopaliana de Washington

Desde que, el lunes 20 de enero, Donald Trump tomara posesión de su cargo y regresara a la Casa Blanca como 47º presidente de Estados Unidos (ya fue el 45º, gobernando en un mandato intermedio Joe Biden), sus primeras horas en el poder están siendo frenéticas, poniendo en marcha, vía decreto, medidas como salida de su país de la OMS o del Acuerdo de París, reiterando su negacionismo climático.



Aunque lo que más reacciones está generando es la luz verde a las deportaciones masivas de migrantes, para lo cual pretende desplegar a la Guardia Nacional en la frontera con México, además de que ha llegado a firmar una orden por la que la policía podrá organizar redadas en busca de personas sin su documentación en regla en colegios, hospitales… o iglesias.

“Profundamente preocupantes”

La Iglesia católica se ha mostrado frontalmente en contra. El papa Francisco ha calificado esta política de “desgracia” y, este día 22, también se ha manifestado en contra el arzobispo Timothy P. Broglio, presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, que ha calificado estas y otras medidas de “profundamente preocupantes”, pues “tendrán consecuencias negativas” y “perjudicarán a los más vulnerables entre nosotros”.

Lo mismo ha hecho el arzobispo de Chicago, el cardenal Blase Cupich, que ha sido enérgico al señalar que “nos opondremos a cualquier plan que llame a la deportación masiva de ciudadanos estadounidenses nacidos de padres indocumentados”.

Con todo, el gran rapapolvo le ha llegado estos días a Trump al asistir al final de esa primera jornada a un oficio celebrado por Mariann Budde, obispa de la Iglesia episcopaliana de Washington. Ante el recién investido presidente, la religiosa le pidió tener “piedad de la gente que tiene miedo ahora”. Y, sin dudarlo, enumeró a los colectivos que debía proteger: “Hay niños gais, lesbianas y transexuales en familias demócratas, republicanas e independientes. Algunos temen por sus vidas”.

Trump

Puso nombre y rostro

Budde también clamó por los migrantes, poniendo nombre y rostro a “las personas que recogen nuestras cosechas y limpian nuestros edificios de oficinas, que trabajan en granjas avícolas y plantas de empacado de carne, que lavan los platos después de comer en los restaurantes y trabajan en los turnos de noche en los hospitales”.

“Puede que no sean ciudadanos ni tengan la documentación adecuada, pero la inmensa mayoría de los inmigrantes no son delincuentes. Pagan impuestos y son buenos vecinos”, concluyó ante unos ojipláticos Trump y su vicepresidente, J. D. Vance, católico converso que se bautizó en 2019.

Visiblemente contrariado a la salida de la Catedral Nacional de Washington, donde tuvo lugar el servicio interreligioso, el mandatario dejó claro que “no pienso que haya sido un buen servicio, no. Podrían haberlo hecho mucho mejor”.

Una pseudo-obispa

Pero, al comprobar el gran eco mediático generado por este sermón de la obispa, Trump ha ido más allá y, en sus redes sociales, ha clamado con gran enfado: “Esta pseudo-obispa que habló en el Servicio Nacional de Oración, el martes por la mañana, era una radical de izquierda que odia a Trump”. “Fue desagradable en su tono y no fue ni convincente ni inteligente… ¡Ella y su Iglesia le deben al público una disculpa!”, remató

Por su parte, Budde le ha respondido en una entrevista concedida a la televisión CNN. En ella, la obispa admite que, mientras hablaba, “miraba al presidente porque le estaba hablando directamente a él. También, como hago en cada sermón, estaba hablando a todos los que estaban escuchando esa conversación personal con el presidente”.

Algo que hizo porque ve clave no perder de vista que “hay personas que tienen miedo en nuestro país”, tratándose todos esos colectivos mencionados de “hermanos” y “compañeros”. Consciente también de que todos ellos han sido zarandeados “en la campaña electoral”, su objetivo era “contrarrestar, lo más suavemente que pudiera, esa visión”, incidiendo en su “humanidad” y en que son parte activa de la “comunidad”.

En definitiva, como ha defendido Budde, con sus palabras ante Trump buscó ante todo generar “un espacio para la misericordia y la compasión”, pues “las personas más vulnerables de nuestra sociedad” no necesitan ser retratadas “con los términos más duros”. Y menos cuando se trata de “nuestros vecinos, nuestros amigos, nuestros hijos”.

Mariann Edgar Budde, obispa episcopaliana de Washington

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