“No pienso que haya sido un buen servicio, no. Podrían haberlo hecho mucho mejor”. Con estas palabras mostró su descontento el nuevo presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, que acudió este 21 de enero en Washington a un Servicio Nacional de Oración interreligioso por la toma de posesión. Un encuentro que, además, le pareció “poco emotivo”. La celebración tuvo lugar en la Catedral Nacional de Washington y contó entre sus oradores con la episcopaliana Mariann Edgar Budde, obispa de Washington desde 2011.
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Gente con miedo
Budde durante su homilía pidió a Trump que tuviera “misericordia para la gente del país que tiene miedo”, en particular, los inmigrantes y los miembros de la comunidad LGTBI. “Permítame hacer una última súplica, señor presidente: millones han depositado su confianza en usted y, como le dijo a la nación ayer, usted ha sentido la mano providencial de un Dios amoroso”, señaló la obispa que añadió: “En nombre de nuestro señor, le pido que tenga misericordia de la gente de nuestro país que tiene miedo”.
En concreto, Budde señaló que había “niños homosexuales, lesbianas y transgénero en familias demócratas, republicanas e independientes, algunos de los cuales temen por sus vidas”, según recoge la CNN. La obispa también mencionó a “las personas que recogen nuestros productos y limpian nuestras oficinas, que trabajan en granjas avícolas y lavan los platos en sus restaurantes y trabajan en los turnos de noche en los hospitales”. “Puede que no sean ciudadanos o que no tengan la documentación adecuada, pero la gran mayoría de los inmigrantes no son delincuentes. Pagan impuestos y son buenos vecinos”, reivindicó.