“Expreso gratitud a todos, es buen trabajo el de mediar para que se consiga la paz. Gracias a los mediadores y a todas las partes involucradas”. Es la reflexión que compartió el papa Francisco esta mañana, una hora más tarde de que entrara en vigor el alto el fuego en Gaza que permite ofrecer una tregua hacia una posible paz en la región.
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El Pontífice se refirió en estos términos desde el ventanal del palacio apostólico del Vaticano, donde dirigió el rezo dominical del ángelus, ante una Plaza de San Pedro repleta de fieles. “Que todo lo que ha sido acordado sea respetado por todos y que todos los secuestrados puedas regresar a sus casas y abrazar a sus seres queridos”, añadió en su alocución. “Espero que las ayudas humanitarias lleguen pronto a la población de Gaza, que tienen tanta urgencia”.
Más allá de las referencias a los conflictos abiertos en el mundo, Francisco se detuvo en el milagro de Jesús en la boda de Caná. A partir de ahí, lanzó una reflexión comunitaria: “Cuando el vino de la alegría y del amor falta en mi vida, ¿me dirijo a Jesús, a través de María, o me encierro en mí mismo? Y cuando el Señor me da su amor en abundancia, ¿lo guardo en mi corazón para compartirlo con los que están sumidos en la tristeza?”.