El papa Francisco llama a la Iglesia a comprometerse con “el grito de la humanidad para que todos, juntos y personalmente, nos sintamos llamados a romper las cadenas de la injusticia y, así, proclamar la justicia de Dios”. Así lo expone en el Mensaje de la Jornada Mundial de la Paz, que se celebra el 1 de enero de 2025 y que se ha dado a conocer hoy.
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Para lograrlo, Francisco lanza una batería de medidas prácticas para revertir algunas de las actuales situaciones de injusticia: condonar la deuda externa y la deuda ecológica de los países empobrecidos, la eliminación de la pena de muerte, destinar un porcentaje del dinero dedica en los armamentos para crear un fondo mundial que acabe con el hambre.
Corrupción latente
Jorge Mario Bergoglio alerta de que el sistema internacional “si no se alimenta de lógicas de solidaridad y de interdependencia, genera injusticias, exacerbadas por la corrupción, que atrapan a los países más pobres”.
Al abordar esta cuestión, se detienen en la “crisis de la deuda” de los países empobrecidos: “La deuda externa se ha convertido en un instrumento de control, a través del cual algunos gobiernos e instituciones financieras privadas de los países más ricos no tienen escrúpulos de explotar de manera indiscriminada los recursos humanos y naturales de los países más pobres”. A la par, denuncia que también cargan con “la deuda ecológica” de los países desarrollados.
Entre el norte y el sur
Por todo ello, Francisco lanza una propuesta: “Invito a la comunidad internacional a emprender acciones de remisión de la deuda externa, reconociendo la existencia de una deuda ecológica entre el norte y el sur del mundo”. “Es un llamamiento a la solidaridad, pero sobre todo a la justicia”, remarca justo después.
Con este punto de partida, reclama “el desarrollo de una nueva arquitectura financiera, que lleve a la creación de un Documento financiero global, fundado en la solidaridad y la armonía entre los pueblos”.
Compromiso firme
En paralelo a esta demanda, el Papa confía en “un compromiso firme para promover el respeto de la dignidad de la vida humana, desde la concepción hasta la muerte”. Es más, exige “la eliminación de la pena de muerte en todas las naciones”.
En el Mensaje Mundial para la Paz, surgiere además que se utilice “al menos un porcentaje fijo del dinero empleado en los armamentos para la constitución de un Fondo mundial que elimine definitivamente el hambre y facilite en los países más pobres actividades educativas también dirigidas a promover el desarrollo sostenible, contrastando el cambio climático”.
El juicio de otros
Bajo el lema ‘Perdona nuestras ofensas, concédenos tu paz’, el Pontífice comparte su “más sincero deseo de paz a toda mujer y hombre, en particular a quien se siente postrado por su propia condición existencial, condenado por sus propios errores, aplastado por el juicio de los otros, y ya no logra divisar ninguna perspectiva para su propia vida”.
Con la mirada puesta en el Jubileo de la esperanza que se celebrará en 2025, el Obispo de Roma lo presenta como “un evento que nos impulsa a buscar la justicia liberadora de Dios sobre toda la tierra”. Desde ahí, llama a los católicos a “ser voz de tantas situaciones de explotación de la tierra y de opresión del prójimo” fruto de una “complicidad extendida”.
Trato deshumano
Retomando su compromiso con la ecología integral, el Papa invita a los creyentes a “sentirse responsable de algún modo por la devastación a la que está sometida nuestra Casa común”. A la par, denuncia el “trato deshumano” que se da a los migrantes así como “las grandes inversiones en la industria”.
“Hacer algún acto de filantropía esporádico no es suficiente”, reflexiona Francisco que urge a poner en marcha “cambios culturales y estructurales”. Y es que, el Pontífice jesuita se muestra convencido de que está cuajando la idea de que “las relaciones con los demás puedan ser gobernadas por una lógica de explotación, donde el más fuerte pretende tener el derecho de abusar del más débil”.