El papa Francisco ha dicho adiós a Papúa Nueva Guinea con la mirada puesta en el futuro del país. Así lo ha atestiguado durante el encuentro que mantuvo con los jóvenes católicos en el estado sir John Guise. Aunque el pontífice argentino llegó con su discurso bajo el brazo preparado de Roma, optó por improvisar con el fin de conectar con los cerca de 10.000 jóvenes que le escuchaban.
- WHATSAPP: Sigue nuestro canal para recibir gratis la mejor información
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
Tras escuchar el testimonio de tres participantes en el encuentro que verbalizar su preocupación por las presiones del mundo para vivir la fe, la cuestión de la pobreza, las familias rotas, los abusos sexuales y el consumo de drogas, Francisco remarcó que “en la vida lo importante no es no caer, sino no permanecer caídos”.
Darse cuenta
“¿Un joven puede equivocarse? ¿Y una persona puede equivocarse? ¿Y un viejo como yo, puede equivocarse?”, preguntó al público, buscando una respuesta colectiva: “Sí, todos podemos equivocarnos, todos, pero lo importante es darse cuenta del error”.
Y para levantarse, el Papa les invitó a ir de la mano de Dios y comprometidos con el otro: “Y si tú ves a un amigo, a un compañero caído, tienes que mirarlo y ayudarlo a levantarse”. “Nosotros solamente en una situación de la vida podemos mirar de arriba hacia abajo al otro: para ayudarlo a levantarse”, remarcó.
No a la indiferencia
Además, alentó a la nueva generación de católicos del país a escapar de la “indiferencia hacia los demás”. “La indiferencia es una cosa muy fea, porque tú dejas a los otros en el camino, no te interesas de ayudar a los demás”, comentó.
Para hacerlo realidad, el Papa recordó que “ustedes que en Papúa tienen más de 800 lenguas, pero tienen un lenguaje común, es la lengua del amor, la lengua del servicio”. Así, frente a la “confusión y a la desesperación” que puede generar una Torre de Babel, les invitó a ser promotores de “la armonía del encuentro con Dios y con los hermanos”.
Diálogo con los abuelos
Al abordar la crisis actual de la familia, les instó a impulsar el diálogo intergeneracional: “Hay una relación muy importante en la vida del joven: es la cercanía a los abuelos”. “¡Que vivan los abuelos!”, pidió gritar a su auditorio.
Al concluir su intervención, Francisco recurrió a su habitual petición de oración, con una apostilla: “Recen por mí, porque este trabajo no es fácil”. “Muchas gracias por su presencia, muchas gracias por su esperanza”, concluyó.