El presidente de la CEA pidió a sus hermanos asumir el liderazgo de una manera nueva

  • Oscar Ojea preside el primer plenario del año de los obispos argentinos
  • El camino sinodal, el narcotráfico y los nuevos lenguajes comunicacionales serán parte de los temas a tratar

Comenzó este lunes la 124° Asamblea Plenaria, primera reunión anual de los obispos de la Conferencia Episcopal Argentina, de la que participan todos los obispos diocesanos, auxiliares, prelados y eméritos. También estará presente el nuncio apostólico Miroslaw Adamczyk.



Preside las sesiones la Comisión Ejecutiva, conformada por Oscar Ojea, obispo de San Isidro y presidente de la CEA; Marcelo Colombo, arzobispo de Mendoza y vicepresidente 1°; Carlos Azpiroz Costa op, arzobispo de Bahía Blanca y vicepresidente 2°; y Alberto Bochatey osa, auxiliar de La Plata y secretario general del organismo.

Sumándose al pedido del papa Francisco, los obispos invitaron a unirse al llamado urgente para que se detenga el espiral de violencia en Medio Oriente. “Recemos junto al Santo Padre para que todas las Naciones se pongan del lado de la paz”, y suplican con fervor: “¡basta con los ataques, basta con la violencia, que haya diálogo y paz”

Temario

Como es habitual, la reunión comenzó con un intercambio pastoral, en el que los prelados presentaron la realidad social y pastoral de cada una de las regiones.

Está previsto que se analice la situación del narcotráfico en el país, en especial después de la escalada de violencia que generó en algunas ciudades puntuales. Habrá un bloque dedicado a los nuevos lenguajes culturales y las dinámicas de comunicación propias del tiempo actual, brindada por los misioneros digitales.

Otro de los temas centrales será el camino sinodal. En esta oportunidad se profundizará sobre los vínculos entre la sinodalidad y colegialidad.

Los obispos recibirán a los miembros de las Comisiones Episcopales para analizar y programar las acciones que desarrollarán a lo largo del año, según los objetivos y necesidades particulares. Posteriormente, se dará lugar a los informes que brindarán algunas de ellas.

Misa de apertura

El presidente de la CEA, Oscar Ojea, señaló el valor de la fe como don de Dios que transforma y que lleva a una mayor responsabilidad con los demás, donde opera la caridad, sin provecho personal. Expresó que como pastores tienen que animar la fe de las comunidades en tiempos difíciles. Es la fe la que los lleva a hundir más profundamente las raíces en el Señor, con los ojos en su mirada.

Aludió a los dos desafíos que abordarán esta semana: el narcotráfico y las dinámicas de la comunicación contemporánea; ambos tocan de cerca la realidad de los jóvenes y configuran la realidad en la que se vive. También, y con respecto al proceso sinodal, indicó que a través de la “conversación en el Espíritu” hay que alcanzar consensos, no para conseguir mayorías sino para discernir juntos lo que el Espíritu muestra. Por este motivo, analizarán si los organismos del episcopado sirven a una Iglesia sinodal y misionera. Invitó a sus hermanos a hablar con franqueza sobre el modo en que viven entre ellos la sinodalidad propuesta por el papa Francisco.

El desafío de cambiar

En la homilía de esta primera misa de la Asamblea, el presidente de la CEA aseguró que “Como pastores somos garantes de la comunión y animadores de sinodalidad misionera en nuestras comunidades”. Y agregó que se misiona mejor en comunión sinodal, porque son más sólidos y creíbles.

Sostuvo que la sinodalidad es trabajar, pensar y discernir juntos; es rendir cuentas y dejarse interpelar y cuestionar, un liderazgo humilde y de servicio al estilo de Jesús.

Ojea precisó: “Hermanos, nos encontramos ante el desafío de cambiar. De asumir el liderazgo de una forma nueva, tal vez distinta a lo que hemos aprendido en nuestra formación… o a la que hemos vivido como obispos en nuestras Diócesis”. Recordó que el Concilio Vaticano II puso a muchas personas en crisis porque no reconocían en esos cambios la Iglesia que los formó. Y reforzó: “Estamos llamados a dar nuevos pasos que, tal vez, nos harán sentir menos seguros porque tardarán en cristalizarse nuevas estructuras y nuevas modalidades”. Cree que el que tiene fe no le teme al cambio y, si aparece el miedo, se anima a seguir adelante porque cree que el Señor de la historia está sosteniendo ese cambio.

Pidió en este año de la oración, rezar y poner como intención del proceso sinodal de la Iglesia local. Mencionó al beato Eduardo Pironio quien supo de crisis, de cambios y desafíos, pero su fe en Dios fue inquebrantable.

Finalmente, antes de pedir a María que anime y ayude a pedir un nuevo pentecostés, el obispo de San Isidro indicó que “la conversación en el Espíritu nos animará y nos dará luz para ver juntos qué tenemos que hacer y cómo tenemos que hacerlo”.

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