Florencio Roselló ya es el arzobispo de Pamplona: “Que nadie en nuestra Iglesia se sienta discriminado por su origen, su sexo o su ideología”

“Los pobres, los migrantes y los presos no son números para engordar las estadísticas, sino un rostro para compartir la fe”, reivindicó el mercedario al ser ordenado y tomar posesión esta mañana

El arzobispo de Pamplona, Florencio Roselló

El mercedario Florencio Roselló, conocido por ser uno de los referentes de la pastoral penitenciaria en España, es desde hoy el nuevo arzobispo de Pamplona y Tudela. El religioso turolense ha sido ordenado y ha tomado posesión en la catedral navarra, en una celebración en la que han participado como obispos consagrantes el cardenal de Barcelona, Juan José Omella, el ya arzobispo emérito de Pamplona, Francisco Pérez, y el obispo de Castellón, Casimiro López. Además, ha estado acompañado por su familia carismática, con José Juan Galve Ardid al frente, como provincial de la Merced en Aragón.



“Quiero gastarme y desgastarme por esta Iglesia”, expresó en su homilía Roselló, que dijo sentirse en casa en Navarra. “Nunca, ni en el más remoto de mis sueños, me imaginé estar aquí y ahora”, confesó a la vez. El nuevo arzobispo reconoció el cambio vital que supone esta nueva encomienda en tanto que hace tan solo una semana “estaba celebrando la eucaristía en la cárcel”.

El otro redil

En su primera alocución como arzobispo, quiso tener presente precisamente a “los pobres, los presos, los inmigrantes, las víctimas de trata”: “No un número para engordar nuestras estadísticas sino un rostro para el que compartir la fe o, por lo menos, la vida”. “Este otro redil, los presos, han sido objeto de mi ministerio sacerdotal durante muchos años y con ellos he vivido y disfrutado la fe”, subrayó. “Esta es la Iglesia que quiero y que sueño. La Iglesia que igual vive su fe en una cárcel, en un caserío, en la catedral, en una parroquia, en un hospital o en un convento”, apuntó.

Con la mirada puesta en los próximos meses de trabajo, expuso que “quiero escuchar para conocer, escuchar para saber, escuchar para amar. Y escuchar a través de la Iglesia que peregrina en Navarra”. “Vengo a servir, pero para servir hay que escuchar demandas, sensibilidades, resistencias”, destacó el nuevo prelado, que se sintió interpelado por “escuchar al diferente, al singular, al que pueda mantener alguna diferencia conmigo, porque también a ellos me ha enviado el Señor”. A la vez, lanzó toda una declaración de intenciones: “Deseo que nadie en nuestra Iglesia se sienta discriminado y fuera de lugar. Nadie por su origen, por su lengua, por su sexo, por su ideología política, por pensar diferente, puede quedar al margen de la Iglesia”.

Fuera de las luchas eclesiales

Por su parte, el presidente de los obispos, el cardenal Juan José Omella, en la homilía, le invitó a ser un arzobispo en salida: “No te dejes encerrar en las preocupaciones internas de la Iglesia, sino escucha atentamente los anhelos de nuestra sociedad, en particular, el clamor de los más pobres”. En esta misma línea, le ha instado a Roselló a “escuchar a tus diocesanos con oído atento y corazón abierto” para “saber qué les preocupa, qué les motiva, qué les hace sufrir”.

“Necesitamos recuperar la paciencia activa, imaginativa y creativa para que nuestras vidas, nuestras parroquias, nuestras diócesis se renueven en el anuncio explícito del Evangelio”, entonó Omella, que con su naturalidad habitual, le planteó cómo “a través de tu entrega humilde y generosa llegarás a hacerte navarrico con los navarricos” y “pamplonica con los pamplonicas”.

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