El arzobispo de Oviedo, ante las críticas: “Son tormentas en un vaso de agua”

Tras ser cuestionado por su homilía en Covadonga durante el Día de Asturias, Jesús Sanz Montes denuncia que en las polémicas sociales “parece que triunfa fatalmente la mediocridad de los mindundis que confunden la humilde fecundidad con su estéril eficacia”

08/09/2023. - Covadonga (Principado de Asturias). El presidente del Principado, Adrián Barbón? (c-sentado)? durante la misa ofrecida por el Arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz?i (d) durante los actos organizados en el Santuario de Nuestra Señora de Covadonga, organizado por el Arzobispado de Oviedo y el Cabildo del Real Sitio, con motivo del Día de Asturias. EFE/Paco Paredes

El arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, ha dedicado su carta dominical este 17 de septiembre a lo que podría ser una respuesta –eso sí, fiel a su estilo– a las críticas recibidas por el tono y el contenido de su homilía en Covadonga el pasado 8 de septiembre. Su carta, “El pato apresurado en tiempo de inclemencia” –título inspirado en un ensayo de José María Cavodevilla–, denuncia la situación de “zozobra general por tantos ajetreos en los ámbitos de la vida social, política, cultural e incluso eclesial” que se vive en la actualidad.



Una Dana de crispación

Unos tiempos de crispación en los que, señala al inicio del escrito, “van pasando las Danas con las últimas tormentas de verano, algunas de ellas presurosas en sencillos vasos de agua”. Algo que, añade, impide poner “mesura y sensatez a los distintos retos que tenemos delante cuando la confusión y la tibieza pretenden enajenarnos”. Ahora bien, apela, “creemos en la bondad última del corazón humano que, a la postre, logra aprender también de sus errores y salir animoso de sus cansancios”.

Como ejemplos de estas tormentas, el arzobispo enumera una serie de ejemplos como que “ se idean relatos, se publicitan con artera maquinaria jaleos inventados, se escriben cartas anónimas en nombre de una muchedumbre de tres melancólicos resentidos y amargados, se aportan datos sin ningún soporte estadístico veraz, se etiquetan con sambenitos a quienes algunos pretenden estigmatizar, se colocan dianas a las que disparar en el pimpampum de los paredones de papel contra la libertad y la dignidad de las personas, se imponen cordones sanitarios desde el prejuicio y la intolerancia por quienes mal digieren su fracaso personal o heredado en tantos sentidos, y así tantos sainetes que llenan las noticias que caducan en pocas horas, en pocos días… hasta la cita siguiente con el nuevo relato a meter en la moviola insidiosa”.

Sentir la calumnia

Para el prelado, estas artimañas solo sirven para marear “la perdiz” y tapar “la verdad erigiendo las mentiras como tribunal del poder dominante, se distrae la conciencia con señuelos ante lo verdaderamente importante, y en medio de tanta y tamaña zafiedad alicorta, parece que triunfa fatalmente la mediocridad de los mindundis que confunden la humilde fecundidad con su estéril eficacia”. Por eso, describe, se viven situaciones “en donde se reabren heridas, se vuelven a cavar trincheras, se señala, se insulta y se excluye, al disidente del pensamiento único y totalitario, y todo en nombre de una democracia dictatorial y de una libertad liberticida” ante lo que contrapone el “aire fresco” de “las bienaventuranzas de Jesús”.

“Al final, no hay doblez que resista, ni engaño que no sea desenmascarado, ni pretensión inconfesada que no declare su engañifa. El corazón humano ha sido hecho para algo grande, algo que sea verdadero y bondadoso, como nuestros ojos fueron creados para ser heridos de la belleza que no engaña, que llena de luz nuestros entresijos oscuros y de rectitud nuestras marañas”, reclama en su carta. Finalmente, confiesa, “tras tanta marejada de alharaca posturada tenemos el alma esponjada a pesar de sentir en carne propia la calumnia que golpea, la persecución que acorrala y la incomprensión intolerante, mientras recibimos la fortaleza con la que Dios nos sostiene, la ternura de la Virgen que nos cuida y el consuelo de tantos hermanos de veras, auténtica multitud no anónima, que te acoge, te defiende y te abraza”, concluye.

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