Octavio Ruiz Arenas: “La sinodalidad exige un espacio muy amplio de escucha”

Octavio Ruiz Arenas

Primer arzobispo de Villavicencio (Colombia) hace casi dos décadas, Octavio Ruiz Arenas (Bogotá, 1944) fue llamado después a Roma, primero como vicepresidente de la Pontificia Comisión para América Latina (2007-2011) y, más tarde, como secretario del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización (2011-2020). Ahora, de vuelta a su país ya como emérito del dicasterio vaticano, se ha servido de esta larga estancia en la Curia y de su etapa pastoral como obispo auxiliar de Bogotá (1996-2002) para compartir sus conocimientos y experiencia en ‘Catequizar para la vida’ (PPC), un libro con el que quiere “ayudar a los catequistas, sacerdotes y obispos a reconocer la importancia de la catequesis hoy en la Iglesia y, sobre todo, a seguir unos itinerarios claros que ajusten tres elementos fundamentales: el primer anuncio, la catequesis y la formación permanente”.



PREGUNTA.- ¿Catequista se nace o se hace? ¿Qué papel juegan la vocación y la formación en el ámbito de la catequesis?

RESPUESTA.- El catequista es una persona que, de una u otra manera, desea expresar y transmitir su testimonio de vida cristiana, de encuentro con Jesús. Y eso requiere una formación, pero lo que está en la base de todo es una vocación, una llamada del Señor a la que él responde. Desafortunadamente, muchas veces, quienes tenemos la responsabilidad en la formación de los catequistas no profundizamos en esa dimensión vocacional. En el primer encuentro que tuvo con los catequistas en 2013, el papa Francisco insistió mucho en que no se trata de hacer de catequista, sino de ser catequista.

P.- ¿Cómo se catequiza para la vida sin correr el riesgo de ser acusado de proselitismo?

R.- Catequizar para la vida no es tener una serie de conocimientos, sino anunciar la Buena Nueva a la gente, para que, conociendo a Jesús, llegue a tener una vida buena en todos los sentidos: una vida que busca el bien común, la justicia, la igualdad… y que se debe comunicar a los demás. No se trata de transmitir unos conceptos, sino de, a través del testimonio, suscitar la pregunta de por qué cree esa persona, por qué vive de manera correcta, y cómo esa alegría de vivir la fe en Jesucristo puede ayudar a los demás.

Conversión misionera

P.- La nueva evangelización pasa por una “conversión misionera”. ¿Es más fácil ser discípulo que misionero?

R.- Ser discípulo quiere decir que, conociendo a Jesús, trato de vivir según su ejemplo, escuchar su palabra y hacerla vida. Ya desde Aparecida, luego tanto Benedicto como Francisco han sido muy claros al decir que el discipulado conlleva necesariamente comunicar esa experiencia a través del testimonio. Si el encuentro con Jesús ha dado sentido a mi existencia, si eso llena mi corazón y mi alma, debo transmitirlo. Y este es el sentido misionero: no me quedo con ese gozo para mí, sino que lo comunico a los demás.

P.- ¿Qué novedades ha traído el pontificado de Francisco a la catequesis, más allá del ministerio de catequista?

R.- Su exhortación apostólica ‘Evangelii gaudium’ dedicó especial atención a entender la importancia del primer anuncio, haciendo que ver que no solo exige una conversión personal, sino pastoral. Y esto es lo más importante de la acción evangelizadora. Porque muchas veces, por desgracia, se ha hecho la catequesis sin haber evangelizado. En el campo de la catequesis fue muy importante volver a tomar conciencia de lo que es el kerigma del primer anuncio, que suscita el deseo de conocer a Jesús. (…)

El Sínodo en América Latina

P.- ¿Cómo se está viviendo en América Latina el proceso sinodal en curso?

R.- No se pueden dar criterios generales de sinodalidad, porque cada país, cada diócesis, incluso cada parroquia, vive una situación muy particular, por lo que es necesario que haya un espacio muy amplio de escucha. No solo para conocer las dificultades y los desafíos a los que la Iglesia debe responder hoy, sino también para encontrar soluciones. Porque es muy fácil denunciar las fallas en la acción pastoral, no tanto saber cómo responder a la gente que está ansiosa de encontrar a Dios pero cuyas circunstancias de vida (injusticia, desigualdad…) muchas veces no le ayudan a encontrar ese camino. Todo tiene que ir unido: no solo buscar nuevas herramientas para evangelizar, sino para cambiar las estructuras sociales y que todos vivamos en dignidad. (…)

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