Gabriel Mestre: “Entre Eucaristía y Palabra hay una correspondencia total y absoluta”

El presidente de la Comisión de Catequesis, Animación y Pastoral Bíblica de la Conferencia Episcopal Argentina pide que “no nos quedemos con la palabrita sinodalidad, sino que la escucha, el diálogo y el discernimiento sean parte de la experiencia cotidiana”

En camino a Pentecostés y con motivo de la realización de la 10ª Asamblea de la Federación Bíblica Católica (FEBIC) realizada en Mar del Plata, Vida Nueva entrevistó a Gabriel Antonio Mestre, obispo de esta diócesis y presidente de la Comisión de Catequesis, Animación y Pastoral Bíblica de la Conferencia Episcopal Argentina. En la oportunidad, los y las referentes de la FEBIC, representaron a 90 países.



El obispo Mestre egresó del Seminario Mayor San José de La Plata con los títulos de profesor en Filosofía, de Teología y Ciencias de la Educación y de la Religión. Cursó la Licenciatura en Teología con especialización en Sagradas Escrituras en la Pontificia Universidad Católica de Buenos Aires. Fue miembro del Consejo Presbiteral y del Colegio de Consultores de la diócesis de Mar del Plata, vicerrector y profesor de la Escuela Universitaria de Teología de la misma ciudad.

Fue miembro del equipo de apoyo del CEBITEPAL (Centro Bíblico Teológico Pastoral para América Latina y el Caribe). A su vez, a lo largo de su vida pastoral, escribió numerosos escritos vinculados especialmente a las Sagradas Escrituras. En julio de 2017, el Papa Francisco lo nombró titular de Mar del Plata, siendo el primer marplatense en ocupar tal cargo.

PREGUNTA.- ¿Cuál fue el diagnóstico de la 10ª Asamblea de la Federación Bíblica Católica, respecto de la relación de los creyentes con la Palabra en el momento actual?

RESPUESTA.- En el momento actual, vemos que se ha crecido mucho, gracias al paradigma de la Animación Bíblica de la Pastoral, pero falta crecer mucho más, para ver como realmente la Escritura es el alma de toda espiritualidad y de toda pastoral cristiana católica y, cristiana también en perspectiva ecuménica.

Las experiencias son diversas en los países, en las regiones del mundo. Lo vimos a la luz, justamente, del contacto con las distintas comunidades del mundo en estos más de 90 países que estuvieron presentes en la Asamblea de la FEBIC en la ciudad de Mar del Plata. Damos gracias por los pasos dados, pero hay temas que todavía hay que seguir madurando y creciendo.

Palabras clave

P.- En la homilía de inicio de esta Asamblea, Ud. propuso tres puntos para orar y meditar sintetizados en tres palabras: Cerradas, Paz, Creyendo. ¿A qué refería cada una de ellas?

R.- En esta homilía de la apertura de la Asamblea Plenaria, asumí el desafío este de lo que tenemos que ser, como nos pide el Papa Francisco: una Iglesia de puertas abiertas. Y por eso, salir de la cerrazón, ya que el texto bíblico de ese domingo, reflejaba la comunidad primitiva por el temor.

Entonces está realmente de puertas abiertas, asumiendo el tema de la paz como un valor esencial a la luz del saludo que Jesús, justamente le da a la primitiva comunidad, que no es un simple saludo, sino que es el don mesiánico de la Paz que se hace presente.

Y por último, el desafío de ser hombres y mujeres de fe, a la luz de la actitud de Tomás, en la segunda parte del relato. Primero desafiante, duro, alejado de la comunidad… “si no meto el dedo, si no meto la mano no voy a creer”, y después con esta actitud tan importante de fe.

P.- La relación de los creyentes entre Palabra de Dios y Eucaristía, ¿está en pie de igualdad?

R.- La relación entre Palabra y Eucaristía es absolutamente íntima. Más que igualdad, yo diría es de correspondencia. No se entiende la Palabra sin la Eucaristía y no se entiende la Eucaristía sin la Palabra. Creo que la dicotomía que se ha planteado en algún momento –y que por ahí puede  ser que aún quede en algún rincón de tinte ideológico, sea del signo que sea–, no refleja lo más auténtico de la tradición cristiana católica. Así que, entre Palabra y Eucaristía, Eucaristía y Palabra hay una correspondencia total y absoluta que la Fe de la Iglesia católica ha mantenido siempre a pesar de que en la praxis concreta a veces ha habido algunas diferencias y dificultades. Así que, evidentemente, este también es un tema en el que hay que seguir trabajando.

Tiempo de Palabra

P.- Como presidente de la Comisión de Catequesis, Animación y Pastoral Bíblica de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), ¿cuáles son los signos de los tiempos que están viendo en torno a la relación con la Palabra y la construcción del Reino?

R.- En la Argentina, en mi tarea como referente de ABP tanto en el período anterior como presidente de toda la Comisión, veo que hay un trabajo muy fuerte de laicas y laicos que en clave de animadores bíblicos, animadores catequistas, servidores de la palabra y verdaderos catequistas, en todos los ámbitos de la vida, buscan claramente construir el Reino en la experiencia cotidiana.

Prueba de fuego fue la pandemia, que en los momento de mayor cerrazón, fueron los animadores de la Palabra, los catequistas varones y mujeres que mantuvieron la fe de los pequeños grupos en los formatos que se podían se llevaron adelante. Creo que esto sigue presente en los entornos más desfavorecidos de mayores dificultades y creo que es un signo de los tiempos que tenemos que aprovechar y llevar adelante.

P.- Dentro del trabajo propio de la Comisión que preside ¿cuáles son las iniciativas de la Asamblea que se pueden trabajar aquí?

R.- Con respecto a los desafíos y con lo que tiene que ver con el trabajo referido a la ABP, el equipo trabaja muy bien, con Verónica Talamé como coordinadora del equipo. Es un equipo de laicos y laicas consagrados, ministros ordenados y dos obispos que asesoran: Damián Nannini, obispo de San Miguel y Roberto Pío Álvarez, auxiliar de Comodoro Rivadavia, que llevan adelante una tarea muy interesante.

Acaba de salir el subsidio sobre el libro de los Hechos de los Apóstoles, tiene presencia mediática en impresiones y de manera digital. Y hay un trabajo fuerte en las regiones pastorales, lo que es un lindo signo que hay que destacar de esta etapa del trabajo de nuestro Departamento de Animación Bíblica de la Pastoral de nuestra Conferencia Episcopal.

La Palabra entre la juventud

P.- Una reflexión sobre los y las jóvenes y la Palabra de Dios. ¿Cómo viven ellos su relación con la Palabra viva?

R.- El tema de los jóvenes es un gran desafío. Creo que lo primero que tenemos que hacer en el ámbito de la pastoral Bíblica, la pastoral Catequística, es escucharlos. Escucharlos en un sentido profundo del término, decodificando su formato comunicacional y vivencial –que es distinto al que tenemos en otras generaciones– nos está diciendo hoy.

Creo que, si tenemos esa actitud, entonces vamos a ser capaces de compartir con ellos, de ayudarlos eventualmente, de formar lo que tengamos que formar, para que descubran un sentido profundo de relación con la Palabra de Dios –con la Palabra Viva, con Jesucristo que es la Palabra Viva– según su propia sensibilidad y no por nuestros propios esquemas que pueden estar muy buenos para otro marco, para otra época, para otra franja etaria y no para ellos. Creo que ahí está el desafío.

Pienso en esta frase tan linda de papa Francisco en Christus Vivit: Cristo vive y te quiere vivo. Por ahí debemos trabajar, con una profunda actitud de escucha real que busca decodificar, aquello que los jóvenes están viviendo. Creo que en este sentido el Papa Francisco da ejemplo con la producción que llevó adelante con la gente de Disney, permitiendo hablar de temas delicados, complejos y difíciles, como lo hizo en esta producción que vale la pena ver.

P.- Regálenos un mensaje final que nos sitúe el corazón en nuestro Pentecostés de hoy.

R.- Transitando la segunda parte del tiempo pascual, abrirnos al Espíritu. Que el Espíritu nos haga señas de manera seria, profunda –sinodales–; que no nos quedemos con la palabrita de la “sinodalidad”, si no que la escucha, el diálogo y el discernimiento sean parte de la experiencia cotidiana de nuestra vida, donde fluye Dios y su Palabra, y las palabras de cada una de las personas que buscamos vivir en serio en el Espíritu de Cristo.

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