El otro drama de las víctimas de la mutilación genital femenina: “Necesitamos que alguien nos diga que no estamos solas”

  • Más de 200 millones de mujeres han padecido esta lacra y cuatro millones de niñas la sufren cada año
  • Mundo Cooperante y Save a Girl Save a Generation reclaman apoyo para las supervivientes que huyen a Europa
  • En España hay “más de 70.000 mujeres que provienen de regiones en las que esta práctica está ampliamente extendida”

Mundo Cooperante protege a mujeres y niñas. Foto: Sergio Carmona

Este próximo lunes 6 de febrero se conmemora el Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina. Con el fin de concienciar sobre las consecuencias de esta lacra que sufren millones de niñas y jóvenes en muchos países de todo el planeta, las entidades Mundo Cooperante y Save a Girl Save a Generation (Salva una niña, salva una generación), con el apoyo del Ministerio de Igualdad, organizaron ayer en Madrid la jornada participativa ‘Lazos de confianza: buenas prácticas para el diálogo y el apoyo a supervivientes de mutilación genital femenina’.



En el encuentro participaron profesionales del sector socio-sanitario, periodistas y diferentes expertas comprometidas en el Programa Europeo Chain. Un espacio, en definitiva, “para compartir experiencias y buenas prácticas entre profesionales a la hora de hablar y abordar estas prácticas nocivas desde el respeto y la empatía, y poniendo siempre el foco en las supervivientes”.

Muchos casos ocultos

A la hora de ofrecer datos ilustrativos, aunque se lamentó que es muy difícil tener una cifra exacta por los muchos casos ocultos, se estimó que “más de 200 millones de mujeres en el mundo viven hoy con las secuelas de la mutilación genital femenina”. Al año, “cuatro millones de niñas sufren la amputación total o parcial de sus órganos genitales, una experiencia que acarrea terribles consecuencias, tanto físicas como psicológicas, y que las marcará de por vida”. Además, “en España hay más de 70.000 mujeres que provienen de regiones en las que esta práctica está ampliamente extendida”.

Con el fin de ofrecer testimonios en primera persona, ambas entidades compartieron las experiencias de “supervivientes” de esta tortura. Hoy son “mujeres empoderadas y resilientes”, pero no lo tuvieron fácil. Ni siquiera cuando consiguieron escapar de los entornos que las oprimían: “Al salir de sus comunidades y llegar a un país nuevo se encuentran con muchas dificultades: desconocimiento del idioma, de la cultura, miradas que las juzgan… Un sesgo ideológico por parte de las instituciones y los profesionales al que tienen que hacer frente solas en muchas ocasiones”.

Espacios seguros

De ahí la petición de Mundo Cooperante y Save a Girl Save a Generation para “crear espacios seguros, en los que puedan hablar y ser escuchadas, así como contar con personas y profesionales que las ayuden en el proceso”.

Sulekha Ismail, superviviente y hoy comprometida con el cambio en Save a Girl Save a Generation), lamentó que “falta apoyo por parte de los gobiernos y ayuntamientos en aras de avanzar hacia un cambio. Las mujeres que llegan mutiladas sienten que se las trata de forma diferente. Buscan y necesitan apoyo psicológico, que alguien les diga que no están solas, que pueden salir adelante, que entre todos podemos hacer un cambio”.

La figura de un mediador cultural

Koumba Sylla, facilitadora intercultural, explicó que “las supervivientes necesitan a alguien que las acompañe, que les explique y traduzca lo que quieren comunicar; necesitan la figura de un mediador cultural. Porque este es un tema tabú para muchas mujeres. Sienten vergüenza al hablar de ello y resulta mucho más sencillo tratarlo con una compañera en entiende tu situación”.

Por su parte, la pediatra Inmaculada Su Giralt reivindicó que “los protocolos de intervención sirven si se utilizan adecuadamente. Sirven para el viaje, para que las niñas nacidas aquí viajen a los países de origen de sus familias y vuelvan sin mutilar. Pero no podemos usarlos justo en el momento antes del viaje. Es esencial que, desde el primer día en consulta, hables con los padres sobre el protocolo y su compromiso, les dejes espacio para que lo reflexionen, para que te pregunten lo que necesiten. Cuando consigues convencerles de verdad, ellos mismos van a convencer a su familia en el país de origen, y van a ser también defensores de los derechos de estas niñas a todos los niveles, no solo en lo que se refiere a la mutilación genital, sino también en otros temas como el matrimonio forzado o las oportunidades de estudio”.

Intervención y prevención

Soledad Sánchez Hernández, trabajadora social en atención primaria, insistió en esta vía: “El problema está en la intervención más que en la prevención. Los protocolos guían el camino, pero lo que tenemos que aprender es a intervenir, ya que se interviene poco por falta de formación. Faltan cursos sobre la mutilación genital y que se reconozca como violencia de género”.

La periodista Lucía Mbomío llamó a la responsabilidad de los medios. Eso sí, “sin perpetuar la narrativa única. La narrativa de dolor no es lo único que define a las mujeres supervivientes. Revictimi-zamos en muchas ocasiones a las personas a las que estamos entrevistando”. De ahí la necesidad de “ir más allá de su condición de víctimas” y resaltar su compromiso como “agentes de cambio” por la erradicación de esta lacra y, en general, por el empoderamiento de la mujer.

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