El monje palestino que ha resucitado la lengua de Jesús en Jerusalén

En el convento de San Marcos, el joven Boulos Khano ha encontrado su segunda vocación: redescubrir el arameo antiguo

El hermano Boulos Khano se alisa la poblada barba y se ajusta el skim, una gorra negra bordada con 12 cruces blancas, que representan a los 12 Apóstoles. Tantea los bolsillos de su sotana en busca de sus rotuladores. Luego, tras cantar las alabanzas a Dios en voz alta, se inclina ante el pergamino de piel de oveja extendido ante él. Con mano firme y mirada concentrada, traza estrechos caracteres negros, de forma completa y desestructurada, perfectamente alineados, rematados por acentos vocálicos en rojo.



Es la oración del Padre Nuestro, escrita en la misma lengua de Cristo: el arameo antiguo. “Revivir y dar a conocer la lengua de Jesús” se ha convertido en la vocación de este monje palestino de 35 años. Miembro de la Iglesia ortodoxa siria, que celebra en arameo y festeja la Navidad el 6 de enero, vive con otros tres religiosos en el convento de San Marcos, situado en la calle Ararat del barrio armenio de la Ciudad Vieja de Jerusalén.

Todo empezó en septiembre de 2014, cuenta el hermano Boulos Khano (en Instagram, @dayroyoboulus, con casi 12.000 seguidores). Al parecer, oyó una voz interior que le ordenaba ir a la biblioteca y escribir el Padrenuestro en arameo. “Empecé a escribir todos los días”, dice este hijo de artista y sobrino de calígrafo. “Al principio tardaba dos horas en escribir el Padrenuestro, ahora solo tardo seis minutos. Empecé a ofrecer mis manuscritos a la gente de mi entorno, a mi familia, a los feligreses”, cuenta este nativo de Belén, “y luego a representantes de otras iglesias: ortodoxa griega, católica, luterana y armenia”. Hasta la fecha, calcula que ha distribuido no menos de 4500 ejemplares.

En el patio contiguo a la iglesia espera el embajador adjunto de Japón, que ha venido con su familia. Nada sorprendente para el hermano Boulos Khano, que afirma haber ofrecido sus manuscritos a una veintena de embajadores, entre ellos los de Brasil, Estados Unidos, Suecia, Alemania…

Traducción de los evangelios

El confinamiento impuesto en Israel durante el COVID-19 le brindó la oportunidad de embarcarse en una empresa aún más compleja: la redacción de los cuatro Evangelios en arameo antiguo. “Al principio era solo una idea”, dice, “así que le pedí a Dios que me diera una señal de confirmación”. Al día siguiente, una paloma se posó en el alféizar de su ventana. En los días siguientes le siguieron muchas más. “Vi la señal que estaba esperando”, dice, señalando un vídeo de las palomas filmado con su smartphone.

“Empecé escribiendo el Evangelio de San Marcos”, dice, “por el nombre de nuestro monasterio, pero también porque es el más corto”. Cada mañana observaba el mismo ritual. “Cierro la puerta. Apago el móvil. Enciendo una vela y un incienso y luego pongo la mano sobre la Biblia para bendecirme y bendecir mi trabajo… ¡y para no cometer errores!”. Luego se sienta a escribir diez horas al día… Una vez escritos a mano, estos evangelios se imprimen, y su reproducción se ofrece a los representantes de la Iglesia y del Estado, como ocurre con el Padre Nuestro, que se copia a mano cada vez.

El obispo Anthimos Jack Yacoub, vicario patriarcal de la Iglesia ortodoxa siria en Jerusalén, Tierra Santa y Jordania, elogió su “espíritu de servicio”, su “fervor” y su “celo”. “Dios utiliza su carisma y su talento para difundir su Palabra”, ha afirmado.

Noticias relacionadas
Compartir