El Vaticano celebra el Día de los Ganaderos con un claro mensaje ecologista: “A veces somos nocivos en lugar de útiles”

“Debemos pedir perdón a Dios por nuestras faltas hacia el prójimo, pero también hacia la creación”, ha dicho el cardenal Mauro Gambetti

El Vaticano, tras un parón de dos años a causa de la pandemia, ha vuelto a celebrar este martes el tradicional Día de los Ganaderos, una iniciativa está promovida desde hace 16 años por la Asociación Italiana de Ganaderos (AIA) y Coldiretti.



En la jornada, tal como recoge Vatican News, ha participado el cardenal arcipreste Mauro Gambetti, vicario general para la Ciudad del Vaticano y presidente de la Fábrica de San Pedro. “A veces somos nocivos en lugar de útiles”, ha dicho Gambetti en su invitación, durante la celebración de la misa en honor a san Antonio Abad, a “pedir perdón a Dios por nuestras faltas hacia el prójimo, pero también hacia la creación”.

El cardenal ha dedicado, consciente de la difícil situación que atraviesa el sector de la agricultura y la ganadería, unas palabras a los trabajadores de este sector presentes en la eucaristía: “Dios no es injusto como para olvidar su trabajo”.

Y es que, tal como ha señalado Gambetti, este es “un momento histórico marcado por incertidumbres y dificultades que complican el sostenimiento virtuoso de las actividades zootécnicas, garantizando una renta justa a los agricultores y ganaderos”, dificultado, además, por el conflicto en Ucrania, el cual complica aún más “la custodia de la biodiversidad y la promoción de las micro y medianas empresas con vistas a la sostenibilidad medioambiental, social y económica”.

No traicionar el pensamiento de Dios para la creación

Pero, según Gambetti, la clave para afrontar esta crisis consiste en “aprender a leer el pensamiento de Dios en la creación y no traicionarlo”. “Porque el Señor nunca deja de prestar su ayuda providencial”, ha asegurado, y “el fruto de la tierra que se transforma en buen alimento que nutre la vida es la caricia de Dios”.

“Este encanto”, advirtió, “debe defenderse hasta las últimas consecuencias tanto en la ganadería como en la agricultura: se dice que San Antonio no era tan erudito como muy buscado por su sabiduría. Decía que, aparte de las Escrituras, su libro era la creación en la que leía los pensamientos de Dios”.

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