Papa Francisco: “Todo niño abandonado es culpa nuestra”

El Pontífice denuncia, en su intención de oración de noviembre, que “un niño marginado es un grito que se eleva a Dios y acusa al sistema que los adultos hemos construido”

Cañada Real Niño Nieve

“Un niño abandonado es culpa nuestra”. Este es el clamor de Francisco en el Vídeo del Papa de noviembre. “Todavía hay millones de niños y niñas que sufren y viven en condiciones muy parecidas a la esclavitud”, denuncia el Pontífice en su intención de oración del próximo mes.



“No son números: son seres humanos con un nombre, con un rostro propio, con una identidad que Dios les ha dado”, continúa su alocución. Para Jorge Mario Bergoglio, “demasiadas veces olvidamos nuestra responsabilidad y cerramos los ojos ante la explotación de estos niños, que no tienen derecho ni jugar, ni a estudiar, ni a soñar”. Y añade: “Ni siquiera tienen el calor de una familia”.

Según el Pontífice, “todo niño marginado, abandonado por su familia, sin escolarización, sin asistencia médica, ¡es un grito! Un grito que se eleva a Dios y acusa al sistema que los adultos hemos construido”.

El Papa recuerda que “no podemos permitir más que se sientan solos y abandonados: necesitan poder recibir una educación y sentir el amor de una familia para saber que Dios no los olvida”.

Por ello, invita a rezar para que “los niños y niñas que sufren –los que viven en la calle, las víctimas de las guerras y los huérfanos– puedan acceder a la educación y redescubrir el afecto de una familia”.

Texto íntegro

Todavía hay millones de niños y niñas que sufren y viven en condiciones muy parecidas a la esclavitud.

No son números: son seres humanos con un nombre, con un rostro propio, con una identidad que Dios les ha dado.

Demasiadas veces olvidamos nuestra responsabilidad y cerramos los ojos ante la explotación de estos niños, que no tienen derecho ni jugar, ni a estudiar, ni a soñar. Ni siquiera tienen el calor de una familia.

Todo niño marginado, abandonado por su familia, sin escolarización, sin asistencia médica, ¡es un grito! Un grito que se eleva a Dios y acusa al sistema que los adultos hemos construido.

Un niño abandonado es culpa nuestra.

No podemos permitir más que se sientan solos y abandonados: necesitan poder recibir una educación y sentir el amor de una familia para saber que Dios no los olvida.

Recemos para que los niños y niñas que sufren –los que viven en la calle, las víctimas de las guerras y los huérfanos– puedan acceder a la educación y redescubrir el afecto de una familia.

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