Iñigo López de Mendoza, el marqués que se encandiló con la Virgen

El marqués de Santillana está arrodillado en un reclinatorio ante la Virgen y el Niño, detrás un joven caballero sostiene una espada. Enfrente su esposa, Catalina Suárez de Figueroa, también está en actitud orante. Doce ángeles cantan a la Virgen, cuatro Padres de la Iglesia por testigos.



“Lejos de representar una escena narrativa, los espectadores somos testigos de un privilegiado instante: del momento en el que los marqueses asisten a una aparición sobrenatural. Una escena en la que la oración piadosa y el homenaje mariano corren parejos a la expresión de orgullo nobiliario”, describe Joan Molina Figueras, comisario de la exposición El marqués de Santillana. Imágenes y letras, en la sede del Museo del Prado.

Es el Retablo de los Gozos de Santa María, la obra magna de Jorge Inglés, pintado en torno a 1455 y concebido por el marqués de Santillana, Íñigo López de Mendoza (Carrión de los Condes, Palencia, 1398-Guadalajara, 1458). “El encuentro entre el marqués de Santillana y Jorge Inglés alumbró un retablo único –prosigue Molina–. Prueba de ello es su particular tipología, diferente a la de la mayoría de los retablos góticos, concebidos a partir de una imagen central a la que rodean una serie de escenas narrativas”.

Aun reconocido como eminente poeta, el Prado consagra al marqués de Santillana, en cambio, como “protagonista en la asimilación de nuevas fórmulas pictóricas de inspiración flamenca en Castilla” o –como precisa también Molina– un “innovador promotor artístico”. Ese “retablo único” marcó una nueva tendencia en pleno tardogótico y alumbró un cambio de época.

Personaje curioso y cosmopolita

De hecho, el comisario afirma: “Aunque es probable que nunca viajase fuera de la Península Ibérica, las obras que encargó desde su palacio de Guadalajara señalan que nos hallamos ante un personaje curioso y cosmopolita, perfecto conocedor de las innovadoras propuestas visuales que desde hacía muy poco se habían gestado en Flandes e Italia”. Las italianas influyen en su lírica. Las procedentes del norte de Europa cristalizan, particularmente, en los pinceles de estilo flamenco del enigmático Jorge Inglés.

El Retablo de los Gozos, que Inglés pintó para la iglesia del hospital de San Salvador de Buitrago del Lozoya (Madrid) –mandado construir por el propio marqués de Santillana–, es sin duda un portentoso testimonio. “Diseñó un gran registro horizontal, ocupado por los monumentales retratos de los marqueses orantes, que flanquean una talla de la Virgen con el Niño, y por una gran tabla superior, habitada por un grupo de doce ángeles que portan filacterias en las que están escritos los Gozos que el propio Íñigo López de Mendoza compuso en honor a la Virgen”, sigue describiendo Molina, jefe de Departamento de Pintura Gótica Española del Museo del Prado.

La figura de la monumental composición –un óleo sobre tabla de 497 x 463 centímetros– la completan, en su parte inferior, las figuras de los cuatro Padres de la Iglesia occidental: san Gregorio, san Jerónimo, san Agustín y san Ambrosio, representados sobre un pequeño bancal. “Este singular diseño compositivo e iconográfico –declara Molina– revela una intervención del marqués de Santillana en el proceso de ejecución que debió de ir mucho más allá de la mera elección de los temas y textos”.

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