Chile, una mesa para todos: el pedido de los obispos en aniversario patrio

  • Cada prelado en su diócesis celebró un Te Deum con autoridades locales al celebrar 212 años de la declaración de Independencia
  • Pidieron trabajar por una nueva Constitución que fomente la unidad

La celebración de un nuevo aniversario de la declaración de Independencia del país estuvo marcada por mayor flexibilidad sanitaria y pudo realizarse en todas las catedrales, presididas por el obispo local con asistencia de las autoridades locales: políticas, judiciales, administrativas y de las fuerzas armadas. Se recuperó también la tradición de celebrar un Te Deum de agradecimiento a Dios que, en algunas diócesis, tuvo carácter ecuménico o interreligioso.



En sus respectivas homilías los obispos destacaron aspectos locales propios de sus territorios, como la situación de los inmigrantes en el norte o la violencia en La Araucanía. Sin embargo, la mayoría tuvo también contenidos comunes en los que acogieron acontecimientos nacionales como los que se han vivido en el proceso hacia una nueva Constitución.

Promoción del bien común

Ante las autoridades del gobierno nacional, el arzobispo de Santiago, cardenal Celestino Aós, señaló los tiempos desafiantes marcados por el estallido social, el proceso para el cambio de Constitución, la elección del nuevo presidente y la crisis sanitaria; a lo que hoy se agregan la violencia, el crimen organizado, la inseguridad económica, la atención deficiente en salud, las malas relaciones y la convivencia alterada. Ante estos hechos llamó a “trabajar para solucionar los eventuales conflictos, con el diálogo y la colaboración. Y para corregir y castigar no con una voluntad arbitraria sino con la ley justa e igual para todos”. Añadió que “las autoridades civiles son las primeras responsables en la promoción del bien común”.

En la Patagonia, el Vicario Apostólico de Aysén, Luis Infanti, tuvo expresiones similares: “Seguimos buscando caminos para plasmar una nueva Constitución, en que nos reconozcamos y nos comprometamos a construir día a día un pueblo feliz, unido, responsable, libre, en justicia y en paz, con amor y con diálogo social”, dijo. Agregando que “son tiempos de profecía, tiempos para ser protagonistas en abrir caminos (también a través de las leyes y la Constitución) para fortalecer la confianza, la esperanza, el bien común, el diálogo social, la paz”.

El arzobispo de Puerto Montt, Fernando Ramos, agregó otro aspecto: “Nuestra historia nacional está plagada de ejemplos extraordinarios no sólo de los padres de la patria o los héroes nacionales, sino también en el compromiso humilde y escondido de tantos connacionales que han sabido construir puentes de esperanza. Lo hemos visto en este último tiempo en la lucha anónima de hombres y mujeres en los hospitales, centros de salud, organizaciones civiles y religiosas, Fuerzas Armadas y de Orden, escuelas y universidades que han sabido dar lo mejor de sí mismos para ayudar a superar esta emergencia sanitaria. El alma de Chile está intacta. De eso damos testimonio y de eso damos gracias al Dios de la Vida”, exclamó Ramos.

Problema de todos

En Concepción, el arzobispo Fernando Chomalí, dijo que la Iglesia Católica se compromete a “cumplir su tarea de anunciar el Evangelio (…), de promover incansablemente la paz y de ayudar al débil y al necesitado”. Precisó que “al contemplar a su maestro siempre aspira a que su horizonte desde donde comprende el mundo sea el pobre, el humillado, el que no tiene voz. Esta Iglesia, concreta y real, con dicha mirada, y siempre animada por la esperanza de un cielo nuevo y una tierra nueva, pretende compartir su experiencia con todo aquel que la quiera escuchar. Creyente, no creyente o creyente de otras religiones”, concluyó.

Aós, en Santiago, agregó que “todo cristiano tiene el deber y el derecho de tomar parte activa en la política. El problema de algunos es hoy problema de todos. El cristiano y la política deben tutelar y promover los valores y derechos fundamentales e inviolables de la persona: la dignidad y la igualdad de los ciudadanos; buscar el bien común, la justicia y la paz; favorecer la información y la participación democrática; actuar con honestidad y transparencia en la administración de los bienes y dineros públicos; cuidar y favorecer la vida, la familia, el matrimonio, el derecho y la libertad de los padres a educar a sus hijos, la justicia social y solidaridad, la defensa de la paz”.

El Cardenal Aós indicó que “hay un criterio inequívoco: ‘por sus frutos los conoceréis’. Quien vive en la violencia, quien calumnia o insulta al adversario, quien rompe la fidelidad matrimonial, quien abusa de otro, quien mata la vida, quien falsifica o miente ¿está dando frutos del árbol bueno o del malo? ¿siembra paz y bien, unión y concordia, o va dejando amargura, desunión, odio?”. Agregó que “ser improductivo es como estar muerto. En el dar fruto y fruto abundante hay gozo y satisfacción”.

Finalmente, el arzobispo de Santiago destacó el deseo de la iglesia de “ser escuchada y ofrecer su aporte y colaboración” y que “entre todos hemos de construir el Chile país de hermanos donde no sobra nadie y a nadie se deja marginado”.

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