Ricardo Morales: “Estamos llamados a crecer en el diálogo respetuoso y democrático”

La reciente declaración de los obispos de Chile “pide hacer de nuestra patria un lugar donde la dignidad del ser humano sea la base de toda convivencia y organización política”, asegura el obispo de Copiapó

Los 33 obispos y administradores diocesanos de Chile se reunieron durante cinco días en una jornada de estudio con dos temas: la propuesta de nueva Constitución para el país y el informe nacional para el Sínodo de Roma. Al finalizar el encuentro entregaron una declaración sobre el primero de esos temas.



“Los obispos de Chile frente a la propuesta constitucional. Elementos para el discernimiento”, es el título de esa declaración de 5 páginas. En ella piden realizar un discernimiento informado, para lo cual aportan el contenido de este documento; y también llaman a votar y a hacerlo en conciencia.

Vida Nueva entrevistó al obispo de Copiapó e integrante del Comité Permanente del Episcopado, Ricardo Morales Galindo. Fue provincial de la Orden de la Merced, a la que ingresó a los 25 años, después de obtener el título de abogado. En 2006 fue ordenado sacerdote y el 2018 el Papa Francisco lo designa administrador apostólico en la arquidiócesis de Puerto Montt. En junio de 2020, fue elegido obispo de Copiapó, cargo que asumió en septiembre de ese año. Es teólogo, profesor de Filosofía, licenciado en educación y magíster en Derecho de infancia, adolescencia y familia. Tiene 50 años.

Morales afirma que “la palabra que los obispos dirigimos humildemente a los católicos y hombres y mujeres de buena voluntad, tiene que ver con el deseo profundo de construir juntos el país que soñamos, esto quiere decir, hacer de nuestra patria un lugar donde la dignidad del ser humano sea la base de toda convivencia y organización política. En ese sentido, la Iglesia siempre va a comunicar la humanidad que entrega el mensaje de Jesús”.

PREGUNTA.- ¿Qué aspectos positivos destacan los obispos en la propuesta de nueva Constitución?

RESPUESTA.- Aquellos que tienen que ver con los derechos sociales, un anhelo de toda la sociedad chilena, que se expresó categóricamente al decidir un cambio de la actual Constitución; se desea vivir con mayor dignidad en la salud, la educación, la vivienda, etc., aspectos que se dejaron en manos de una economía que excluye y que invisibiliza a los que no tienen el poder económico para actuar en ella.

Pueblos originarios postergados

Se destaca también la defensa y protección del medioambiente, lejos de una mirada mercantilista, que ve todo como objeto de beneficio económico. Y finalmente, entre otros aspectos, se considera positiva la propuesta que el proyecto de nueva Constitución hace de los pueblos originarios, tantas veces postergados, y cuya cultura y cosmovisión nos tienen tanto que enseñar. Hoy es evidente que los hermanos y hermanas de estos pueblos, necesitan un reconocimiento que vaya más allá del discurso, que los incorpore y valorice en la escena social y política, y les entregue una autonomía en la toma de decisiones en aquellos asuntos que les incumben, sin olvidar que somos un solo Chile, construido con el aporte y sacrificio de muchos a lo largo de nuestra historia.

La palabra que los obispos dirigimos, se sitúa en el horizonte de construir más justicia, paz y solidaridad.

P.- Llaman a un discernimiento en conciencia…

R.- Al redactar el texto, tuvimos siempre presente, y lo afirmamos con fuerza, el llamado a un discernimiento en conciencia, reconociéndola como un santuario donde resuena la voz de Dios. El documento precisamente se llama “Elementos para un discernimiento”. Cada persona decidirá aquello que considera mejor para Chile, sin olvidar que como católicos debemos procurar siempre la defensa de toda vida humana, desde su concepción hasta su muerte natural. En este sentido, el papa Francisco ha señalado permanentemente que el aborto y la eutanasia forman parte de esa “cultura del descarte”, por eso el Papa se pregunta: “¿Es lícito eliminar una vida humana para resolver un problema?”. Cada persona, deberá discernir cómo se hace presente en ese horizonte de justicia que anhelamos todos, el respeto de toda vida humana.

P.- ¿Qué significa el llamado a continuar la reflexión y discusión después del plebiscito?

R.- El resultado del plebiscito no cerrará el debate constitucional, lo reconocen todos los sectores, sea cual sea la opción que decida la ciudadanía. La invitación que hacemos los obispos, la realizamos en el entendido que en nuestra patria nadie sobra, todos y todas necesitamos sentirnos parte de un proyecto común, donde no podemos colocarnos en trincheras, o pensando que de mi lado están los buenos y del otro los malos. Eso nunca en Chile ha terminado bien, lo sabemos con dolor al todavía tener vivas las heridas de la dictadura militar, muchas familias aún tienen familiares detenidos desaparecidos. Por eso el llamado es a crecer en el diálogo respetuoso y democrático, que nos ayude a construir un país con más justicia, fraternidad y solidaridad.

P.- La actual polarización entre los chilenos, ¿se refleja en los obispos?

R.- La polarización no sólo la reconocemos en la discusión constitucional que hoy vivimos, la hemos advertido en diversos documentos del episcopado. Ya el año pasado advertíamos que “Nos preocupa el actual clima de beligerancia y polarización en la vida política…”. Reconocemos que Chile tiene “vocación de entendimiento y no de enfrentamiento”. Los obispos somos también ciudadanos, y en esa dimensión tenemos nuestras legítimas diferencias políticas, sin embargo lo que nos une no es la política, sino el Evangelio de Jesús, y desde él, humildemente damos este documento para el discernimiento a la luz de la Buena noticia.

Asamblea Eclesial Nacional

P.- ¿Cómo proponen colaborar a más unidad nacional?

R.- Respecto a si tenemos una estrategia pastoral para ayudar a construir mayor unidad nacional, considero que es un camino siempre desafiante; parroquias, colegios, movimientos, fundaciones sociales, etc., llevan adelante un ingente esfuerzo en construir una sociedad más fraterna, justa y solidaria. En este sentido, la Iglesia hoy está con los que la sociedad olvida o excluye. Silenciosamente, con el trabajo de mucha gente anónima se construye esa unidad en un país fracturado socialmente.

Considero que la próxima Asamblea Eclesial Nacional que tendremos en el mes de octubre, fruto de un largo camino de escucha y discernimiento del Pueblo de Dios, que se ha unido al proceso sinodal convocado por el Papa Francisco, dará pistas para seguir trabajando en la hoy tan necesaria unidad nacional.

P.- ¿Abordaron también el informe nacional al Sínodo de Roma?

R.- Prácticamente la mitad del encuentro versó sobre el trabajo sinodal que como Iglesia en Chile hemos realizado en todas las diócesis, ha sido un hermoso momento, donde personalmente puedo reconocer la voz del Espíritu Santo que nos invita a todos a una conversión, personal e institucional. Hemos reflexionado y dialogado el documento que sintetizó el trabajo de las diócesis, se han hecho aportes, y se ha llegado a una estructura que recoge lo caminado hasta ahora. Se ha encomendado a la Comisión Pastoral de la Conferencia Episcopal que elabore un documento que recoja las síntesis diocesanas y el aporte de los obispos, y que lo presente al Comité Permanente para su elaboración final y envío a Roma.

Considero que este proceso sinodal no solo se ha visto como un documento que hay que enviar al Sínodo de Roma, sino que sobre todo se ha vivido como un tiempo de gracia en que el Pueblo de Dios se siente interpelado a colocar a Jesús en el centro de nuestro quehacer eclesial, profundizando lo primero que debemos ser como Iglesia: una comunidad misionera y evangelizadora, una “Iglesia en salida”. Tengo mucha esperanza en la Asamblea Eclesial de octubre, será la oportunidad de seguir caminando en una Iglesia cada vez más sinodal.

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