Argentina: el Santuario de Itatí se vistió de fiesta

El arzobispo convocó a caminar juntos bajo la atenta mirada de María que nunca abandona

“¡Cuánto bien nos hace que estemos aquí junto a nuestra Madre! ¡Qué enorme es la diferencia entre estar uno al lado de otro o solo vernos a la distancia a través de una pantalla!”. De esta manera, el arzobispo de Corrientes destacaba la presencia de una multitud ante el 122° aniversario de la Coronación Pontificia de la Virgen de Itatí.



Andrés Stanovnik afirmó que, más allá de las ideologías, religiones y cultura, en lo profundo del ser humano hay un anhelo por encontrarse y caminar todos juntos. Sin embargo, la historia de nuestra patria y el momento actual que nos toca vivir a los argentinos nos muestra qué difícil resulta este camino compartido.

Dificultades en el caminar

El arzobispo marcó que muchas veces la convivencia está marcada más por la desconfianza, la incertidumbre y el malestar, que por tiempos de paz, de desarrollo equitativo y de esperanza. En nuestros modo de ser y caminar prevalece un estilo sectario y excluyente. “Nos agrupamos más bien para defendernos de los que tienen otros valores y estilos de vida, que para buscar convivir pacíficamente en las diferencias y valorar lo que hay de bueno en los que consideramos que no son de los nuestros”, afirmó.

Agregó que nos debatimos continuamente entre quién es el más fuerte y gastamos energías en anular al otro hasta hacerlo desaparecer. Se persigue una solo finalidad: ser dueños de todos y de todo. Los que lo logran se desilusionan. “Ese es el pecado original que está adherido como un carcinoma al alma del ser humano, lo daña, engaña y confunde”, dijo.

La presencia de María

El arzobispo señaló que, a pesar de nuestras negligencias, la Virgen Madre no nos abandona. “Nos reúne una y otra vez para recordarnos que Dios nos ama y que su amor llega hasta el extremo de dar su vida por nosotros y por todos”.

En la oración a María, dijo el prelado que le pidamos nos conceda un gran amor a su hijo, Jesús; un corazón humilde para aceptar que Dios nos ama y que esa es la fuente para amar a todo prójimo, sin excepción; y un corazón prudente para discernir dónde está el verdadero bien. 

Dios no abandona a su pueblo y le anuncia, por boca del profeta, palabras de desconsuelo y de esperanza. El mismo Señor dará un signo: “Miren, la joven está embarazada y dará a luz un hijo, y lo llamará con el nombre de Emanuel, que significa Dios está con nosotros”. Esa promesa se cumplió en María. 

Bajo la mirada de María

El arzobispo correntino expresó que, como la Virgen, estamos para abrir humildemente nuestro corazón a ese mismo don que a ella la hizo estremecer de gozo: a su hijo Jesús. Tomando como base la segunda lectura de San Pablo, Stanovnik recordó que Dios quiere infundir el espíritu de su Hijo, y para que podamos llamarlo ¡Abba!, ¡Padre! Seremos, entonces, hijos y, “como hijos, hermanos, para caminar juntos construyendo la fraternidad humana, sin descartar a nadie, y cuidando a los más frágiles y abandonados“.

“Caminamos juntos bajo la mirada de María de Itatí”, dijo el prelado. A Ella le agrada ver a sus hijos caminando juntos, cuidándose, y atendiendo especialmente a aquellos que son más difíciles de tratar, aun a aquellos que nos hecho daño. “El cristiano se distingue porque le abre la mano a todos, no le cierra el corazón a nadie”, expresó. Mencionó a Fulgencio de Ruspe para expresar que para ser cristianos hay que amar a los amigos y los enemigos; y a San Gregorio de Nacianceno que distinguía la vida cristiana a través de la acción, la manera de hablar y el pensamiento.

Finalmente, pidió suplicar intensamente la gracia de poder testimoniar que somos cristianos con nuestra manera de actuar, de hablar y de pensar, y que se distinga siempre por el esfuerzo perseverante de caminar juntos todos”, aseveró. 

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