La semana pasada creó conmoción en todo el mundo la noticia de lo ocurrido en la escuela primaria Robb de la ciudad de Uvalde, Texas, Estados Unidos, donde 19 niños y dos adultos fueron asesinados por un sujeto armado.
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La condena de diversos sectores a nivel mundial -incluida la Iglesia católica a través del propio papa Francisco- a este tipo de violencia con armas de fuego, no se hicieron esperar.
El fin de semana, el presidente Joe Biden, acompañado de su esposa, visitó la comunidad de Uvalde, donde después de asistir a una misa en memoria de las víctimas, se encontró en privado con algunos de los familiares de los niños fallecidos; no obstante, no hubo ningún pronunciamiento público específico en torno al suceso.
Respecto a estos hechos, Vida Nueva entrevistó a Guadalupe González Chávez*, profesora del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (Universidad Jesuita de Guadalajara), experta en materia de ‘Resolución de conflictos, paz y desarrollo’.
El primer paso: control de armas
Para la especialista -quien ha trabajando como asesora de la ONU, OMC y la OEA-, para erradicar este tipo de tragedias es fundamental un control más estricto de las armas de fuego en Estados Unidos, como lo ha venido pidiendo desde hace muchos años la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos.
“Los obispos estadounidenses tienen toda la razón en reiterar la necesidad de un control más fuerte de las armas que circulan en ese país; no es la primera vez que hacen un llamado, pero en esta ocasión es especialmente significativo”, dijo.
Para la profesora González Chávez -quien también es especialista en desarme y control de armamento– la de Texas es una tragedia que no debe dejar de preocupar a todo el mundo.
“Son familias y víctimas que alcanzan a todas las comunidades afectadas; en el caso de Uvalde, estamos además hablando de una región vecina a México; sin embargo, debido al alcance que ha tenido la divulgación de la información y las imágenes de la tragedia, podemos decir que la afectación ha sido a muchos territorios y países fuera de los mismos Estados Unidos de América“.
El debate sobre las armas
Con relación a quienes afirman que las armas no son malas, sino la gente, Guadalupe González consideró que el asunto no es en sí, si las armas son malas o no; “lo malo es el mal uso que se les da, que afectó en este caso a inocentes, a niños, por ejemplo”.
Dijo que especialmente cuando se trata de armas de fuego y explosivos, es necesario saber con qué fin se obtienen y cómo se piensan usar en el futuro. “Ahí es cuando aparece lo malo del problema, y más que decir lo malo, lo muy grave del problema”.
La profesora de la Universidad Jesuita de Guadalajara se refirió también a la labor de la Iglesia en el tema del control de armas:
“La Iglesia ya hace, pero puede seguir haciendo una gran labor. No sólo se ha sumado a esta causa en el sentido de tomar posición internacional ante todo tipo de conflicto en el que las armas aparecen. También ha realizado llamados y se ha sumado a las acciones internacionales para prevenir su circulación y mal uso, especialmente entre civiles”.
Para concluir, Guadalupe González señaló que en este tema “al final estamos hablando de una conciencia personal y colectiva, de una conciencia comunitaria. De garantizar que las personas, cuando toman decisiones, pueden elegir entre el diálogo y los medios y métodos alternos para solucionar conflictos. No por la violencia o por el uso de las armas de fuego como fue en el caso de los niños y comunidades escolares que acabamos de ver sufrir en Texas”.
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