Carmen Fernández de la Cigoña: “No hay sociedad progresista si no se valora la vida”

La directora del Instituto Estudios de la Familia CEU San Pablo ha entregado sus ‘Premios por la Vida’ al presidente del Colegio Oficial de Médicos de Madrid, Manuel Martínez-Sellés, con accésit a los Rescatadores Juan Pablo II y a la iniciativa ‘40 Días por la Vida’

Directora del Instituto de Estudios de la Familia CEU

El Instituto de Estudios de la Familia de la Universidad CEU San Pablo ha entregado sus ‘Premios por la Vida’, que han reconocido al presidente del Colegio Oficial de Médicos de Madrid, Manuel Martínez-Sellés, con accésit a los Rescatadores Juan Pablo II y a la iniciativa ‘40 Días por la Vida’.



PREGUNTA.- Los galardones reconocen a quien está a pie de obra. ¿Hay que darles visibilidad porque son pocos o porque se oculta su ingente labor?

RESPUESTA.- Les premiamos porque hacen un servicio muy grande ayudando a salvar vidas concretas, a través de los rescates, porque son una mano amiga, pero también a quienes hacen una defensa pública en un momento complicado. En paralelo, últimamente vemos que los ataques contra la vida se multiplican en los momentos más vulnerables. El presidente del CEU nos recordaba que, en una sociedad en la que matar está bien y rezar está mal, algo no encaja.

P.- ¿Cómo defender la vida y la familia sin parecer “anticuado”?

R.- Eso no deja de ser un argumento bastante engañoso. Si le preguntas a cualquier persona si quiere salvar su vida, nadie te dice que es ‘carca’ defenderla. Y si nos importa nuestra vida, nos tiene que importar la de los demás, pero está claro que, en una sociedad individualista, tenemos que promover la mirada de que no estamos solos. La vida es con los demás, y ahí está la defensa de los que más lo necesitan. Curiosamente, si lo presentas así, lo comprenden y se comprometen, como se ha visto con las víctimas de la guerra de Ucrania. Por eso nos toca poner de manifiesto que la vida de los más vulnerables tiene que ser defendida.

P.- ¿Qué sintió cuando se enteró de que el Gobierno aprobaba el anteproyecto de ley del aborto?

R.- Se te queda el cuerpo temblando y con mucho dolor, porque es una devaluación de lo fundamental para el ser humano. Cada punto es más perverso. Por un lado, la ausencia de consentimiento paterno para las menores de 18 años, cuando sí necesitan una autorización para ir a una excursión. Jurídicamente, es una barbaridad. Por otro, se trivializan realidades fundamentales, como quitar el período de reflexión. Todas las personas tomamos decisiones libres cuando pensamos y, sin embargo, ahora por ley se les dice a las mujeres que actúen sin pensar, que no te informen. Por eso, ahora más que nunca, nos corresponde mostrar la verdad, la belleza y la importancia de la vida. No hay sociedad progresista si no se valora la vida humana.

Tenemos que actuar

P.- Si tuviera los 104 millones de euros que el Ministerio de Igualdad destinará a esta ley, ¿en qué los invertiría?

R.- Lo tengo muy claro: ayudar a todas las mujeres que por distintas circunstancias piensan que no pueden hacer frente a lo que supone la vida del hijo que va a llegar, para que en ningún caso sientan que están solas o que no pueden hacerle frente. No pongo en cuestión la existencia del Ministerio de Igualdad, pero tendría que cumplir con el objetivo de que todas las mujeres que quieren optar por esa maternidad, pero por distintas circunstancias son coaccionadas para acabar con la vida de sus hijos, puedan hacer lo que verdaderamente les pide su corazón. Con 104 millones se podrían hacer maravillas, en lugar de acabar con la vida de una manera falaz, torticera e irreflexiva.

P.- Francisco anima, junto a la objeción, a apostar por una promoción de la conciencia. Dígame un compromiso en lo cotidiano para un cristiano…

R.- Tenemos que estar en constante tensión para descubrir qué nos exige nuestra fe. En lo concreto, tenemos que actuar. No se trata de tirar balones fuera sobre lo mal que lo hace el Gobierno. En nuestra conciencia está que, si todos debemos difundir la Buena Nueva, tenemos que mostrar la bondad de la vida generando un diálogo sano con nuestros hijos, abordar el tema en las conversaciones con los amigos y en el trabajo, sin complejos: compartiendo que la vida vale la pena defenderla.

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