Becciu: “Tengo 70 años y el estrés del juicio me está afectando la memoria”

  • El cardenal defenestrado se desmarca de cualquier implicación las irregularidades financieras durante el juicio en el que está imputado
  • El ex prefecto señala que el Papa fue quien presionó para forzar la dimisión de Libero Milone, revisor general de las finanzas vaticanas

El cardenal defenestrado Angelo Becciu, “liberado para hablar libremente” ante el juez por el papa Francisco, ha vuelto a proclamar su inocencia de los cargos de los que se le acusa. El que fuera mano derecha de Bergoglio rechazo ayer responder en diversos momentos, alegó no recordar en otros y negó haber hablado del pago de un rescate por una misionera. Pero, sobre todo, señaló directamente al Santo Padre como autor de algunas de las decisiones más controvertidas, como forzar la dimisión del revisor general de finanzas, Libero Milone, en 2017.



Durante ocho horas Becciu permaneció ante el juez respondiendo a las preguntas -en un tono provocador- del promotor de justicia del vaticano (el fiscal) Alessandro Diddi. En la jornada de ayer, el ex secretario de Estado fue cuestionado de nuevo por el supuesto pago del rescate por una religiosa en África, secuestrada en Mali por Al Qaeda, a lo que respondió que no tiene más que añadir “por respeto a los misioneros que están en África”. Aunque, eso sí, insistió vehementemente en que en ningún momento mencionó “la expresión ‘pago de un rescate’“.

Al ser cuestionado por la compra del inmueble en Londres que acabó siendo un negocio ruinoso para las arcas vaticanas, Becciu negó que el pago de los 350 millones de euros proviniera del Óbolo de San Pedro, “sino de otros fondos” de la secretaría de Estado. El purpurado señaló tener dificultades para recordar los documentos que se le presentaban –“tengo 70 años y el estrés del juicio está afectando a mi memoria”, llegó a decir- pero destacó que siempre que si Alberto Perlasca indicaba que algo era correcto, “yo decía, adelante”.

Niega las acusaciones

En lo referente al piso en Londres, el ex cardenal subrayó que aunque le señaló “algunos problemas”, como que debían pedir una hipoteca para extinguir la deuda,no me avisó de posibles situaciones problemáticas”. Es más, le insistió en que “para valorar si las inversiones eran correctas era necesario tiempo. Becciu insistió en que firmaba porque se fiaba de los resúmenes y pareceres elaborados por sus colaboradores. «Ellos tenían el papel de mostrar los pro y contra, de ayudar a que yo no quedara mal. Y me presentaron todo como ventajoso», explicó.

También hubo tiempo para que surgiera el nombre de Cecilia Marogna, a quien se acusa de gastar el dinero entregado por el Vaticano para la liberación de misioneros en productos de lujo. Sí reconoció haberla visto en dos ocasiones desde que se iniciaron las investigaciones e indicó que ella siempre ha negado las acusaciones cuando él mismo le pidió explicaciones: “Se lo dije la primera vez, pero lo negó. Era una mujer destrozada, que siempre negaba esto”, dijo.

“Por amor al Santo Padre”

Pero el momento más polémico del día llegó al hablar sobre la dimisión de Libero Milone, revisor general de finanzas, situado en ese puesto por el Papa para supervisar y dotar de mayor transparencia las cuentas vaticanas, y que acusó a Becciu de amenazas y presiones para que dejara su cargo. Hasta ahora, Becciu se había negado a responder “por amor al Santo Padre”. En esta jornada, sin embargo, tras “preguntar en los últimos días al papa si podía hablar libremente y me dijo que sí, por lo que quiero aclarar brevemente lo que sé. No tengo ninguna responsabilidad en la dimisión del señor Milone. Sólo cumplí la orden del Santo Padre“.

Según el ex cardenal, “El Papa me llamó: ‘Su Excelencia, le pido que llame al Dr. Milone y decirle que ya no goza de la confianza del Santo Padre y debe renunciar’. Llamé a Milone por la mañana y le informé de la decisión del Papa, las razones fueron las que luego se escribieron en el comunicado del 24 de septiembre de 2017, después de las declaraciones de Milone a la prensa. En resumen, Milone, ‘más allá de sus poderes, contrató ilegalmente a una empresa externa para realizar actividades de investigación sobre la vida privada de los exponentes de la Santa Sede’. Reitero enérgicamente que no tuve ningún papel en la decisión del Santo Padre”.

 

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