El Papa, en la audiencia general: “Protestar a Dios es un modo de oración”

“¡Dios nos guarde de este pietismo hipócrita y presuntuoso!”, clama Francisco en su catequesis, en la que invita a la Iglesia a “vencer la tentación del moralismo”

El papa Francisco continuó con su ciclo de catequesis sobre la vejez en la audiencia general que presidió este miércoles en la plaza de San Pedro del Vaticano, en la que tras la lectura del pasaje bíblico que cierra el Libro de Job, invitó a seguir sus pasos para “vencer la tentación del moralismo delante de la exasperación y al abatimiento por el dolor de haberlo perdido todo”.



Tras recordar cómo Dios reprende a los amigos de Job por criticarle, el Pontífice dijo ante los miles de fieles congregados en la plaza en una mañana de sol y calor: “¡Dios nos guarde de este pietismo hipócrita y presuntuoso! De la religiosidad moralista y de los preceptos que nos dan una cierta presunción y llevan al fariseísmo y a la hipocresía”.

Puertas pesadas

La palabra de Job puede aplicarse a la situaciones en las que, “come se dice, ‘llueve sobre mojado’”, como ocurre cuando sobre una familia o sobre un pueblo “se derriban pruebas demasiado pesadas, desproporcionadas respecto a la pequeñez y fragilidad humana”. Jorge Mario Bergoglio puso de ejemplo a los padres de niños con graves discapacidades o a quien vive una enfermedad permanente o al familiar que está al lado… Son casos a menudo “agravadas por la escasez de recursos económicos”.

La protesta, un “modo de oración”

Estas situaciones también pueden darse en ocasiones “como una cita colectiva”, como ha ocurrido estos años “con la pandemia del Covid-19 y lo que está sucediendo ahora con la guerra en Ucrania”. Después de advertir que “no podemos” bendecir religiosamente estos desastres como una “respuesta justificada a las culpas de las víctimas”, recordó que hay una “especie de derecho” a la protesta que Dios concede a todo el mundo. Las protestas contra Dios, destacó, son “un modo de oración”, por lo que animó a no guardárselas ya que Dios “escucha y no se asusta”. La oración, en definitiva, debe ser “espontánea”, como la queja del niño con su padre.

En la parte final de su catequesis, el obispo de Roma exaltó la experiencia de los ancianos, que “han visto también la inconsistencia de las promesas de los hombres. Hombres de ley, hombres de ciencia, hombres de religión incluso, que confunden al perseguidor con la víctima, imputando a esta la responsabilidad plena del propio dolor”. Acabó el Papa su alocución invitando a mirar “con amor” a las personas mayores, que al final de sus vidas tienen una paz “casi mística”, fruto del encuentro con Dios.

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