Argentina: Misa por el nuevo aniversario de la guerra de Malvinas

A 40 años del intento de recuperación de las islas, la Iglesia argentina celebró una Misa en la Basílica de Luján y recordó a los caídos en el conflicto bélico

Este 2 de abril se conmemoró los 40 años del desembarco argentino para la recuperación de las Islas Malvinas, un territorio en conflicto desde la ocupación que hiciera Gran Bretaña en 1833. 



La Iglesia celebró una Misa por los caídos, en la Basílica de Luján, presidida por el obispo de San Isidro y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, Oscar Ojea; y concelebrada por el obispo castrense, Santiago Olivera; el obispo auxiliar de La Plata, Alberto Bochatey OSA y secretario general de la CEA; Pedro María Laxague, obispo de Zárate-Campana; el obispo local, Jorge Scheinig, y otros sacerdotes. Estuvieron presentes distintas autoridades nacionales, provinciales y responsables de las organizaciones militares del país.

La homilía estuvo a cargo del arzobispo de Mercedes-Luján. Destacó el lugar de María en el corazón de todos los argentinos. Desde hace casi 400 años millones de personas vienen a su encuentro para traerle dolores, esperanzas, pedidos y agradecimientos para recibir sosiego, alegría, paz y fortaleza para enfrentar la vida.

El primer compromiso de esta fecha es hacer presente el nombre de todos los hermanos, caídos en tierra y mar, que “han dado la vida por la Patria”. El arzobispo de Mercedes-Luján desea que vivan la plenitud estar junto a Dios, que los abraza con su amor puro y les brinda una vida en abundancia.

Reclamó a los compatriotas, no perder jamás la memoria por la sangre derramada, cimiento en el que se debe seguir construyendo un sueño común. Sería un “grave pecado de la Patria y una injusticia social olvidar sus nombres y su sangre, como así también, olvidar a aquellos que siguieron muriendo más tarde y por causa de esta guerra”, afirmó.

Confianza en Jesús

En alusión al Evangelio en el que Jesús está en la Cruz, y a sus pies María y el discípulo amado, el prelado señaló que frente a la muerte pareciera que no hay más nada que hacer, solo aceptarla y resignarse. Sin embargo, Jesús invita a vivir el futuro como una novedad: regala en María a una Madre para siempre; “algo que solo un Dios enamorado del mundo puede hacer”, expresó.

El arzobispo señaló que Jesús, paradójicamente, en el momento de su muerte, quiso darnos a su Madre, que nos cuida y ampara para enfrentar juntos el camino de la vida.

“Algo similar debería hacer en nosotros la Patria. La Patria hace las veces de Padre y de Madre que ampara, cuida, protege y da seguridad a todo un pueblo. La Patria es herencia que abraza, es identidad que sostiene, es tierra que contiene, es pueblo que camina con un destino común. La Patria es pasado, presente y futuro. La Patria es encuentro”.

La Patria

Recordó las palabras del entonces cardenal Bergoglio en la Jornada de Pastoral Social del año 2009: “Una nación que pasa por crisis institucionales es capaz de reconstruirse, pero si se pierde la patria es muy difícil recuperarse. El compromiso de patriotas que nos exige recuperar la alteridad en esta cultura del encuentro apunta a no perder la herencia recibida de la patria”.

Eduardo Scheinig afirmó que el país y la Nación están en una constante tensión, con avances y retrocesos, logros y fracasos, luces y sombras. “Necesitamos urgentemente sacar a la Patria de cualquier tensión, para no debilitarla o excluirla. Sin Patria somos errantes y corremos el serio riesgo de quedarnos sin fraternidad, de desconocernos, destratarnos, ignorarnos, maltratarnos”.

Remarcó, además, que son muchas las deudas que tenemos los argentinos. Entre ellas, con los sobrevivientes de Malvinas, quienes después de experimentar la guerra se sintieron abandonados a su suerte: “un pecado gravísimo del que muy poco nos hemos arrepentido y del que muy poco hemos aprendido”.

Se preguntó entonces cómo hacer para que el sentimiento patriótico no sea solo una emoción superficial o vacía y para que la vida de tantos jóvenes muertos en las islas no sea un constante reproche a nuestras conciencias, sino que despertándolas impulsen a un nuevo patriotismo.

Hacernos cargo

Señaló que la historia es dinámica, que la Patria está vida y necesitamos trabajar duro para que no se pierda. Desde su opinión el desafío más significativo es hacer realidad una Patria de hermanos, hacernos cargo los unos de los otros. “En nuestra Patria toda persona debe ser reconocida, respetada en su dignidad, toda persona debe tener su lugar, un lugar concreto que nada ni nadie pueda arrebatarle”, aseveró.

Después de leer la carta de un joven combatiente, Norberto, que le expresaba a su madre que en ningún momento titubeó en bajar los brazos porque su mente estaba en la Patria, el obispo pidió agradecerles sus vidas entregadas a la Patria y por la Patria.

Finalmente, el arzobispo pidió, en la casa de María de Luján poder “aceptar valientemente el desafío de estar a la altura de esa sangre inocentemente derramada”.

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