Pepe Rodríguez: “En lugar de leer una receta en voz alta, los misioneros, simplemente, cocinan en medio de todos”

El chef del reconocido restaurante El Bohío, conocido por ser parte del jurado de la edición española de MasterChef, lleva el bullicio de las cocinas al pregón del Domund en la catedral de Toledo

“¡Sí, Chef!” se ha oído en la tarde de este jueves, 21 de septiembre en plena catedral de Toledo. Lejos de convertir la seo primada en un restaurante, el chef del reconocido restaurante El Bohío, Pepe Rodríguez, conocido por ser parte del jurado de la edición española de MasterChef, ha llevado el bullicio de las cocinas al pregón del Domund en la catedral de Toledo. El reputado cocinero ha actualizado en los misioneros de hoy el mandato de Jesús “Dadles vosotros de comer”. Un acto en el que ha contado con las intervenciones de los Seises de la Catedral de Toledo, José María Calderón, director de las Obras Misionales Pontificias en España y el arzobispo primado, Francisco Cerro.



Dios entre los pucheros

“Imagino que si, como decía santa Teresa, “en la cocina, entre los pucheros anda el Señor”, llegado el caso tampoco se andará lejos de robots de cocina, róners y abatidores; y también, que ustedes sabrán ser indulgentes conmigo, que he sido cocinero… antes que fraile”, señaló al principio de su intervención el cocinero que recordó que los territorios de misión “no son algún pequeño reducto aislado, sino los lugares donde vive casi la mitad de la población del planeta. Estamos hablando de más de 1.000 Iglesias “recién nacidas”, que todavía no podrían sobrevivir por sí mismas, si no contaran con esa aportación solidaria de toda la Iglesia universal”.

“Me gustaría recordar ese evangelio que nos cuenta cómo, en cierta ocasión, la gente seguía a Jesús y le escuchaba con tanto interés que ya iba a caer la tarde y estaban en un lugar apartado. Y mientras los discípulos sugieren que cada cual se busque la vida para reponer fuerzas, Jesús va y dice: “Dadles vosotros de comer”. El resto lo conocen ustedes: con cinco panes y dos peces aportados por un chico, Jesús da de comer a una multitud; es más, sobraron doce cestos de pan. ¡Eso es cocina de aprovechamiento!”, confesó el chef.

“Creo que los misioneros podrían ser los discípulos que siguen oyendo ese “dadles vosotros de comer” y, en lugar de escaquearse, dicen: “¡Oído, cocina!”. Personas normales y corrientes —como ustedes, como yo, como cualquiera— que no escurren el bulto, sino que se fían del Jefe de Cocina que les llama a la tarea de dar de comer y repartir el pan”, señaló, destacando que este pan se manifiesta “en múltiples formas: en escucha, en comprensión, en compartir el dolor, en ánimo, en aliento; y también en acciones como construir una escuela, un dispensario, un comedor…; pero, sobre todo, del modo más desbordante, en el ofrecimiento a los demás de un Dios que no solo da de comer, sino que se ha hecho alimento para quien quiera recibirle”.

El pan de la generosidad

“Creo que la misión de la Iglesia, tal como se celebra en el Domund, es compartir el pan de la generosidad”, prosiguió relatando alguna anécdota de santa Teresa de Calcuta para destacar que “el pan de los misioneros es el pan de los pobres, y el pan de los pobres es el pan de los misioneros”. “La comida es un lenguaje, es comunicación, es la vida misma. La comida es reunión, fraternidad, cercanía, y todo eso es evangelización. No me extraña que una de las películas favoritas del papa Francisco sea El festín de Babette, que gira en torno a un banquete, porque la comida compartida une; comer es celebrar, y los cristianos, que no somos tontos, nos reunimos en torno a la mejor Comida en el banquete de la eucaristía”, añadió.

De los misioneros destacó, además, “la importancia de escuchar, de aportar, de estar aprendiendo siempre; la importancia del sacrificio, de volverlo a intentar, de trabajar sin tirar la toalla; la importancia de superarnos y de ayudar a que otros se superen y nos superen, sin generar dependencias. Pero, de un modo especial, en ellos vemos la importancia de la entrega a lo que apasiona”. “No dan “el excedente” a quien lo necesita: lo dan todo, se dan ellos mismos”, sentenció.

“Como hay muchos estilos gastronómicos, hay muchas maneras de evangelizar, así que no solo cada misionero en un país lejano, sino cada uno de nosotros, cristianos, en nuestra situación corriente y moliente, podemos decir, como nos recuerda Francisco: Yo soy una misión”, prosiguió.

Liderazgo del servicio

Destacando la importancia del liderazgo en la cocina, propuso “el liderazgo del servicio”. Bien es verdad, que, si nos remontamos “más arriba”, hay que decir que los misioneros tienen como Jefe de Cocina al mejor Chef del mundo. Un Chef que se da a conocer en Caná, en un banquete de bodas, pero —agárrense—, además, como sumiller. Un Chef que no pierde de vista el punto de sal, hasta tal extremo que pide a sus discípulos que seamos la sal de la tierra. Un Chef que organiza banquetes no solo para la BBC —bodas, bautizos y comuniones—, sino hasta para celebrar que vuelva a casa un hijo calavera, como, por ejemplo, cualquiera de nosotros. Un Chef al que nada más resucitar no se le ocurre otra cosa que dar una oportunidad a su equipo de aprendices, con la comanda: ‘Muchachos, ¿tenéis pescado?’”, relató.

“A este Chef, que hace de piedras pan, le han salido unos pinches aventajados en los misioneros, que, con unos medios irrisorios, consiguen resultados que ni logran, ni pueden explicarse, los Gobiernos y las instancias internacionales. Justo a este Jefe de Cocina es al que los misioneros dijeron en su momento y cada día: ¡Sí, Chef!”, destacó Pepe Rodríguez.

Finalmente, destacó “el valor del ejemplo” de los misioneros que “en lugar de leer una receta en voz alta, los misioneros, simplemente, cocinan en medio de todos; y quienes les ven, se fijan, captan un modo de ser y hacer, se cuestionan. Sin pretenderlo ni darse aires de nada, ofrecen con su vida una lección magistral y, lo más sorprendente, asequible para todos”.

Al testimonio, unió el “contacto con la realidad”. “Los misioneros no hablan de oídas ni elaboran teorías: si en el mundo hay fango, ese fango que muchas veces no queremos ver —y que se llama falta de sentido, pobreza, incultura, hambre…—, ellos se manchan hasta las cejas; y si hay motivos de alegría, lo celebran con todos. Y es que, como he dicho alguna vez, estar con los más necesitados te aterriza”, destacó.

“Queridos misioneros y misioneras: os necesitamos. Necesitamos vuestro ejemplo y necesitamos saber que sois nuestras manos allá lejos, donde nosotros no llegamos, pero queremos llegar. Os diría que merecéis no una, sino varias “estrellas”, pero, como sé que no buscáis reconocimientos, os voy a decir algo que os gustará más: ¡os queremos en nuestro equipo! Así que, misioneros, ¡a cocinas! Y todos nosotros, para ayudaros, ¡al Domund!”, concluyó.

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