Obispos chilenos piden solidaridad, amistad cívica y acogida al migrante

El Comité Permanente entrega mensaje con ocasión del Día de la Solidaridad instaurado por el Congreso Nacional en la fecha del aniversario de la muerte de san Alberto Hurtado

El Congreso Nacional instauró, el año 1994, el Día de la Solidaridad fijándolo en el aniversario de la muerte del padre Alberto Hurtado, ocurrida el 18 de agosto de 1952, cuando tenía 51 años de edad. El papa Juan Pablo II lo beatificó el 16 de octubre de 1994 y el 23 de octubre de 2005 fue canonizado por Benedicto XVI.



Por su parte, la Iglesia en Chile hace de agosto el Mes de la Solidaridad, fortaleciendo las diversas actividades de ayuda y de formación en el magisterio social que realizan las diócesis.

Con ocasión de esta celebración, el Comité Permanente del episcopado ha dado a conocer el mensaje “Solidaridad, amistad cívica y acogida al migrante”, firmado por sus 5 integrantes.

Más que actos de generosidad esporádicos

“A nombre de los Obispos de Chile, queremos agradecer a todos quienes cada día sirven a sus hermanos en múltiples iniciativas y organizaciones solidarias. De modo especial, a todos quienes en medio de la pandemia han dado muestras de una solicitud constante por aquellos hermanos más frágiles y desvalidos, particularmente en el ámbito de la salud” dicen los obispos.

A continuación, el texto recuerda que el Papa Francisco en Fratelli Tutti ha dicho que la solidaridad es mucho más que algunos actos de generosidad esporádicos, pues “es pensar y actuar en términos de comunidad, de prioridad de la vida de todos sobre la apropiación de los bienes por parte de algunos. También es luchar contra las causas estructurales de la pobreza, la desigualdad, la falta de trabajo, de tierra y de vivienda, la negación de los derechos sociales y laborales” (N° 116).

Los obispos ponen la mirada en dos ámbitos que se viven en el país: el primero es la elaboración de una propuesta de Constitución a cargo de una Convención elegida en votación popular, lo que consideran “como un signo de esperanza” y señalan que “vemos indispensable cultivar una auténtica amistad cívica, que permita un diálogo en respeto mutuo y escucha verdadera. La intolerancia y la descalificación no son el camino, sino generar una cultura del encuentro que integra las diferencias y permite la gestación de un pacto social”, indican los obispos.

Podemos hacer mucho más

El segundo ámbito es el “dolor de los otros más allá de nuestras fronteras” donde apuntan a la situación en Haití y Afganistán. “Valoramos los gestos de solidaridad de parte de autoridades y de otros sectores, expresan el mensaje, pero sin duda que podemos hacer mucho más”. La mirada de los obispos se detiene en la gran cantidad de inmigrantes haitianos en Chile, frente a lo cual señalan en este mensaje que “un modo concreto de solidarizar con Haití, afectado por un nuevo terremoto y una crisis social permanente, es facilitar la regularización de la situación migratoria de miles de haitianos residentes en nuestra patria, abriéndoles la posibilidad de traer a sus hijos y familiares cercanos”. De este modo, dicen los obispos “podemos crecer en acogida e integración de quienes huyen de la pobreza, la guerra y otras violencias, buscando una vida más digna para ellos y sus seres queridos”.

El Mensaje concluye animando “a las Parroquias y comunidades cristianas a renovarse constantemente en el servicio al prójimo, como lo han mostrado tantas de ellas en esta pandemia” y a los sacerdotes, laicos, familias y comunidades educativas a poner el amor en el centro de su actuar.

Cierran el texto citando a San Alberto Hurtado: “El cristianismo más que una doctrina es una vida, una actitud total del hombre… El cristianismo o es una vida entera de donación… o es una ridícula parodia que mueve a risa y a desprecio”.

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