Francisco en el ángelus de la Asunción: “Dios no mira las apariencias, mira el corazón”

El Pontífice ha mostrado su solidaridad con el pueblo de Afganistán y de Haití, que ha vivido un terremoto peor que el sufrido hace 11 años

Este 15 de agosto el papa Francisco ha presidido la oración mariana del ángelus que ha coincidido con la celebración de la solemnidad de la Asunción de María. Además de invitar a los fieles a visitar un santuario mariano en este día, el pontífice ha mostrado su preocupación por la situación en Afganistán y pidió que el diálogo sea la clave en este nuevo momento que vive el pruebo de este atormentado país. Os pido que recéis conmigo al Dios de la paz para que cese el clamor de las armas y se encuentren soluciones en la mesa del diálogo. Sólo así las personas martirizadas de ese país –hombres, mujeres, ancianos y niños– podrán regresar a sus hogares y vivir en paz y seguridad con pleno respeto mutuo”, clamó Bergoglio.



Además el Papa ha pedido a los fieles que recen por quienes han padecido el último terremoto en Haití. Francisco hizo especial hincapié en las consecuencias entre las poblaciones locales e hizo un llamamiento de solidaridad a toda la comunidad internacional. Además, en una fecha tradicional de vacaciones entre los romanos, ha tenido un recuerdo especial para quienes no puede tener unos días de descanso o quienes en su soledad padecen el cierre de servicios por la pausa vacacional.

El poder de la humildad

“El secreto de María es la humildad. Es la humildad la que atrajo la mirada de Dios hacia ella. El ojo humano busca la grandeza y se deslumbra por lo que es ostentoso. Dios, en cambio, no mira las apariencias, sino el corazón  y le encanta la humildad”, ha destacado el Papa. “Mirando a la María asunta, podemos decir que la humildad es el camino al cielo”, añadió en sintonía con la fiesta de hoy.

“Para llegar a la cima, al cielo, hay que permanecer bajo, como la tierra”, destacó Francisco comentando que la palabra humildad viene del término ‘tierra’. “Dios no nos exalta por nuestros dones, por nuestras riquezas y habilidades, sino por nuestra humildad”, añadió señalando que maría se presenta como la “servidora de Dios”, “no dice nada más de sí misma, no busca nada más para sí misma”, destacó.

En la vida cotidiana 

El pontífice invitó a preguntarse cada uno: “¿Cómo soy de humilde? ¿Busco ser reconocido por los demás, hacerme valer y ser alabado, o pienso en servir? ¿Sé escuchar, como María, o sólo quiero hablar y recibir atención? ¿Sé guardar silencio, como María, o siempre estoy parloteando? ¿Sé cómo dar un paso atrás, para aplacar las peleas y las discusiones, o sólo trato de sobresalir?”

“María, en su pequeñez, conquista primero los cielos. El secreto de su éxito reside precisamente en reconocerse pequeña, necesitada”, señaló. “Para nosotros, la humildad es siempre el punto de partida, el comienzo de nuestra fe. Es esencial ser pobre de espíritu, es decir, necesitado de Dios. El que está lleno de sí mismo no da espacio a Dios”, destacó.

“Es hermoso pensar que la criatura más humilde y elevada de la historia, la primera en conquistar los cielos con todo su ser, cuerpo y alma, pasó su vida mayormente dentro del hogar, en lo ordinario”, destacó. “La mirada de Dios permaneció siempre sobre ella, admirando su humildad, su disponibilidad, la belleza de su corazón, nunca tocado por el pecado”, añadió.

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