Un obispo de Canadá venderá el palacio episcopal para reparar a víctimas de abusos

“Es importante que nunca olvidemos que, como comunidad católica, estamos llamados a brindar un ambiente de compasión a las víctimas que han experimentado abuso”

En las décadas de 1940, 1950 y 1960, en el orfanato Mount Cashel, perteneciente a la Archidiócesis católica de St. John, en Canadá, se sucedieron una serie de abusos físicos y sexuales a niños internados. Una realidad que, una vez reconocida por la justicia y la propia archidiócesis, ha llegado el momento de reparar. O, al menos, como ha señalado el arzobispo, Peter Hundt, de traer “sanación a las víctimas, sus seres queridos y toda la comunidad de fe”. Así, el prelado ha decidido comenzar poniendo a la venta diversos edificios propiedad de la Archidiócesis. Entre ellos, el palacio episcopal.



“Deseo proporcionarles una actualización con respecto a cómo la Arquidiócesis está trabajando activamente para abordar las denuncias de abuso en el Orfanato Mount Cashel”, señala Hundt en su comunicado, donde explica que, para ello, y en un ejercicio de transparencia con los fieles, se ha comenzado “un importante proceso de tasación para determinar el valor de venta de todas las propiedades inmobiliarias y edificios de la Arquidiócesis”.

Acompañar y reparar el daño

“Si bien la etapa de evaluación de bienes raíces aún está en curso”, continúa el arzobispo, “podemos informar de que ciertas propiedades se pondrán en el mercado para la venta” para indemnizar a las víctimas. Así, apunta que estos primeros edificios en salir al mercado serán “la residencia del arzobispo en Outer Cove y la propiedad de Mount St. Francis en Merrymeeting Road”, las cuales serán “las primeras de muchas”.

“Como hemos indicado, la Arquidiócesis se someterá a una importante reestructuración que resultará en cambios significativos. Habrá impactos en nuestros edificios, nuestros servicios y nuestro personal”, asevera el prelado, si bien recuerda que “es importante que nunca olvidemos que, como comunidad católica, estamos llamados a brindar un ambiente de compasión a las víctimas que han experimentado abuso”. Por eso, anima a continuar “trabajando juntos para construir una comunidad de fe justa y amorosa, confiando en que Jesucristo estará con nosotros para guiarnos en los desafíos que enfrentamos”.

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