El papa Francisco envía un mensaje de aliento a diócesis mexicana azotada por la violencia del narco

  • “Puedo comprender el sentimiento de desánimo y la sensación de impotencia que los abate, pero recuerden que no están solos, que el Señor es fortaleza “, les dijo el Santo Padre
  • El Pontífice también pidió a Dios por la conversión de los “responsables de tanta muerte y desolación” en esa Iglesia particular que gobierna pastoralmente el obispo Cristóbal Ascencio

El papa Francisco envió una carta al obispo de la Diócesis de Apatzingán, Michoacán (México), Cristóbal Ascencio García, la cual fue leída este domingo 18 de julio en la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, en el municipio de Aguililla, una localidad que desde hace años sufre por la violencia generada entre grupos antagónicos del crimen organizado.



En su carta -que fue leída a la comunidad por el vicario parroquial Cipriano Sánchez Villanueva- el Santo Padre les informa que ha tenido noticias de los “grandes sufrimientos causados por los violentos enfrentamientos entre bandas rivales de narcotraficantes”, que afectan a los habitantes de las poblaciones de la Diócesis de Apatzingán.

Y es que, durante este 2021, Aguililla ha sido mediáticamente reconocida por las pugnas entre grupos criminales que han propiciado cortes de luz, bloqueo de caminos y balaceras constantes, lo que ha ocasionado el temor de los pobladores, quienes han sostenido algunas riñas con el Ejército y Guardia Nacional, a quienes culpan de no actuar para detener la acción de los narcotraficantes.

De hecho, a finales del mes de abril, el nuncio apostólico Franco Coppola visitó Aguililla con la intención de llevar un mensaje de paz a la comunidad, así como para atestiguar el padecimiento de los pobladores, quienes viven con el temor de ser víctimas de esa violencia. Muchos otros han abandonado sus casas.

“No están solos, el Señor es fortaleza”

En su carta, el Papa dejó en claro que el “clima de terror y de inseguridad que aflige a la población inerte, es contrario a la voluntad de Dios; él quiere que todos sus hijos e hijas vivan su existencia en un clima seguro, de serenidad y de armonía”.

“En estos momentos difíciles –escribe el Pontífice– quisiera hacer presente (…) a los hermanos y hermanas del santo pueblo fiel de Dios que peregrinan en Apatzingán, mi participación en sus penas y en sus angustias, así como mi oración al Señor Jesús, príncipe de la paz, implorando les conceda la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento y la riqueza de los dones del Espíritu Santo, para que puedan ir adelante en la vida y él los ayude a llevar sus cruces y su sufrimiento con mansedumbre, fortaleza y paciencia“.

El Papa dijo comprender el sentimiento de desánimo y la sensación de impotencia que los abate, “pero recuerden que no están solos, que el Señor es fortaleza y Misericordia que nunca abandona a sus hijos, que la Iglesia es madre, atenta y cercana a todos los que sufren”.

Contrarrestar la violencia con el amor

El papa Francisco recordó a la Iglesia en Apatzingán que “Jesús nunca dijo que el camino sería fácil, predijo pruebas y persecuciones, pero también que no faltarían las consolaciones de Dios. Es de gran consuelo saber que el camino no lo recorremos solos, Jesús camina perenemente a nuestro lado, sobre todo en los momentos de pruebas y de tribulación; además, Él está dispuesto siempre a darnos sus brazos, pero sin olvidar que en sus brazos pone la cruz, porque una paz sin la cruz, no es la paz de Jesús”.

El Santo Padre los exhortó a confiar en el señor Jesús, a que “no tengan miedo de contrarrestar la violencia, que tiene origen en el maligno, con el amor, la misericordia y el perdón, que brotan del corazón divino del Salvador”.

Asimismo, pidió “al Señor que convierta el corazón de los responsables de tanta muerte y desolación, y también que inspire a los encargados del bien común a comprometerse en la erradicación del crimen y de la impunidad, así como en la generación de espacios de trabajo digno y útil para la sociedad; especialmente para los jóvenes de esta tierra, que les permita salir de situaciones de pobreza y marginación, proyectarse hacia el futuro y no ceder a la tentación del narcotráfico y de la violencia”.

Medicinas y alimento no llegan

En ese contexto, el padre Gilberto Vergara, párroco de Aguililla, explicó que si bien se estuvo convocando la semana anterior a los fieles a donar víveres para los pobladores, aclaró que “no es que estemos en plena hambruna, no. Sí hay víveres”. El problema –dijo- son los bloqueos que hacen los grupos del narcotráfico que no permiten que lleguen productos a la comunidad.

Y es que –señaló- si bien el Ejército “tomó posesión por así decirlo, del lugar, donde antes se hacía el bloqueo, pues el bloqueo ahora se hace un par de kilómetros atrás, entonces el que estén ahí no nos sirve de mucho porque es obvio que están ahí, pero atrás hay esa serie de filtros”.

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