El arzobispo de Burgos, Mario Iceta, ha presidido el funeral por su madre, María del Carmen Gavicagogeascoa, que falleció a los 96 años de edad en la catedral castellano. El prelado contó como “la besó, agradeció sus dones y administró la unción de los enfermos antes de encomendarla al Padre” antes de su muerte. En la homilía, ha asegurado que está sereno aunque no siente “vergüenza al llorar ante mis fieles” ya que “el Señor se compadece de nuestras lágrimas”.
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El don de una madre
“Murió en mis manos en sábado, ella que era fan de la Virgen; en el mes del Sagrado Corazón, del que era tan aficionada; el día de san Pelayo, el patrono del Seminario donde estudié; el día de san Josemaría, que tuvo que ver con mi formación al haber estudiado en la Universidad de Navarra, y el día en que ordenaba seis sacerdotes. El Señor todo lo hace bien”, relató en la homilía según recoge en una nota la diócesis burgalesa.
Las madres, destacó, forman parte de la “corriente de vida mística que permanece invisible, pero que vivifica el mundo”. “Las madres son el don más grande y precioso que Dios nos ha dado, el regalo más inmenso, tanto que él mismo quiso tener una”, afirmó. “Hemos de agradecer los momentos decisivos de nuestra vida personal, donde nuestras madres nos han modelado. Por eso mi madre también tiene que ver con esta archidiócesis, porque según cómo me modeló mi madre, yo os puedo servir de un modo o de otro”, concluyó.
