Mario Iceta, arzobispo electo de Burgos: “Quiero estar cerca de quienes miran al futuro con desesperanza”

Mario Iceta, obispo de Bilbao

Se le nota feliz al otro lado del teléfono. “Siempre que la Iglesia llama es una caricia de Dios”, dice Mario Iceta a Vida Nueva tras felicitarle por el nombramiento como arzobispo de Burgos. El hasta ahora obispo de Bilbao, encargado de aterrizar la pastoral familiar del papa Francisco en España desde la óptica de ‘Amoris laetitia’, sigue leyendo y releyendo al Pontífice. De hecho, ha pasado el día antes de hacerse público su nuevo destino leyendo la encíclica ‘Fratelli Tutti’ sobre la fraternidad.



PREGUNTA.- El papa Francisco confía en usted como obispo metropolitano. ¿Cómo lo acoge?

RESPUESTA.- Con mucho ilusión y alegría. Siempre que la Iglesia llama es una caricia de Dios y una llamada de Él con una invitación muy personal para echar las redes en otro lugar de esta familia que es la Iglesia. También lo acojo con un poco de pena por lo que dejas, ya que llevo 12 años en Bilbao, además, años centrales de mi vida, desde los 42 años. De todas maneras, estoy a una hora y media, así que los lazos seguirán vivos. Voy con todo el corazón y todo el alma puesta en Burgos siempre consciente de mis limitaciones y mi deficiencia, pero también sé que cuento con la benevolencia y la oración del pueblo que me acoge como un pastor que quiere servirles y entregarse ciegamente. Con esta idea voy para allí.

P.- Se trata de la misma provincia eclesiástica, por lo que seguirá muy apegado a las diócesis vascas no solo geográficamente…

R.- Es cierto. Nosotros nos reunimos dos veces al año, por lo que el contacto con Vitoria, San Sebastián y Bilbao, además de Osma-Soria y Palencia –las otras dos diócesis sufragáneas– será vivo. Además, el arzobispo de Burgos es el gran canciller de la Universidad del Norte de España con sede en Burgos y Vitoria, por lo tanto, esto me liga de forma singular a las diócesis vascas.

P.- En 12 años se adquiere experiencia como pastor. ¿Qué ha aprendido?

R.- En Bilbao lo he aprendido todo. Tenía una experiencia de gobierno en Córdoba siendo vicario general de Juan José Asenjo pero el ejercicio como obispo lo aprendí en los dos años de auxiliar con Ricardo Blázquez y en esta última década como obispo titular. Siempre he contado con unos equipos y un acompañamiento envidiable, y esto ha sido vital para mí. Nos hemos movido siempre bajo un clima fraterno con todos los consejos diocesanos. Han sido años intentos y ricos en los que he disfrutado y de los que guardo gran recuerdo al haber recibido el calor de tantas personas. En Bilbao siempre he visto la presencia y la mano de Dios, por eso me voy agradecido.

P.- Llega a una diócesis en pleno año jubilar, pese al COVID…

R.- Hay dos elementos importantes en las archidiócesis. El primero es que están sumergidos en una asamblea diocesana, lo que me va a ayudar mucho, porque ahí van a salir los aspectos a subrayar y los caminos que hay que transitar en los próximos años en la tarea pastoral. Esto nos dará una grandísima luz. El segundo son los 800 años de una catedral que es un exponente de la arquitectura religiosa y testimonio de fe, esperanza y amor. Esta efeméride nos servirá como nuevo impulso evangelizador, sobre todo en el ámbito de la cultura.

P.- ¿Cuál es la impronta que quiere llevar a Burgos?

R.- Voy con absoluto deseo y esperanza de entregarme y servir. De hecho, mi lema episcopal es ‘Servidor de todos’. Estoy completamente disponible para servir en todos los ámbitos en los que el obispo debe entregarse con su diócesis. Y pienso en estos momentos de pandemia y de crisis social en todas esas personas que no llegan a fin de mes, quienes no encuentran trabajo, los enfermos, las personas mayores, quienes han perdido a seres queridos, quienes miran al futuro con desesperanza… el mensaje evangélico es siempre buena noticia, es fuente de luz y fraternidad. Espero que seamos una gran familia para que se haga presente en medio de nosotros el misterio de Cristo.

P.- Para la media de edad de los obispos en España, usted es de los más jóvenes. ¿Estamos en un tiempo nuevo en el que estáis llamados a liderar?

R.- Ciertamente, en este y el próximo año muchos hermanos presentarán su renuncia. Creo que el Papa piensa en una renovación. En este sentido, Carlos Escribano y yo somos de los jóvenes, pero de jóvenes nada. Para la vida eclesiástica puede, pero en la vida civil, no, estamos ya talluditos (se ríe). Que nombren arzobispos de 55 años como yo es rebajar la media de edad, claro está.

P.- Usted ha sido el obispo encargado de aterrizar ‘Amoris laetitia’ en España desde la ya extinta Subcomisión de Familia y Vida de la Conferencia Episcopal. ¿El nombramiento es una muestra de afecto del Papa por su forma de leer la exhortación?

R.- Yo participé en el Sínodo de la Familia y luego he recorrido muchas diócesis llevando ‘Amoris laetitia’, una exhortación en la que el Papa nos da luces muy potentes para una renovación de la tarea pastoral. Pero también he trabajado ‘Laudato si’’, muy actual hoy en medio de la pandemia o la exhortación ‘Querida Amazonía’, que nos da muchas pistas para nuestra labor, incluso en las diócesis europeas. En Bilbao los documentos del Papa se han leído y puesto en práctica desde ‘Evangelii gaudium’, porque si no se ponen en práctica nos quedamos con una colección de textos, cuando se trata de escritos muy pragmáticos al estilo del Papa. En la Iglesia todo lleva su tiempo, pero se va viendo como cuaja la impronta de Francisco para la nueva evangelización que necesitamos.

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